Después de la Plaza de Mayo, es la plaza más antigua de la Ciudad de Buenos Aires y testigo de relevantes
acontecimientos históricos.
acontecimientos históricos.
Antes que las multitudes la visitaran los domingos, previamente a la instalación en sus rincones de artistas, músicos, tangueros y visitantes de toda clase, hubo una larga trayectoria, un largo camino histórico recorrido en la Plaza Dorrego, uno de los lugares más representativos de San Telmo. Está delimitada por las calles Humberto I° y Defensa y por dos cortadas: Una paralela a Humberto I° llamada Bethlem, y otra paralela a Defensa con el nombre del bandoneonista y compositor de tango Anselmo Aieta.
Después de la Plaza de Mayo, la plaza más antigua de la Ciudad de Buenos Aires es la Dorrego (anteriormente denominada «Plaza de la Residencia» y luego «Plaza de Comercio»), testigo de relevantes acontecimientos históricos. Uno de ellos fue el reconocimiento de la Independencia por parte del pueblo de Buenos Aires, después de un acto, en 1816.
Repasando la historia, nos encontramos con que existía allí un antiguo hueco, reservado de toda edificación por el Cabildo, desde el año 1745. Estaba destinado a estacionamiento de las carretas que traían del interior los "frutos del país" y lugar de descanso de las bestias que las arrastraban. Los lugares donde se detenían los carros en su marcha desde el Puerto a la Ciudad, eran los huecos, los vacíos que se constituyeron naturalmente en un principio y por ley después, en mercados de frutos, verdaderos centros de tráfico mayorista al aire libre. Pronto fue conocido como «plaza de la Residencia», debido a su vecindad con la Casa de los Jesuitas. En 1822, durante el Ministerio de Gobierno de Bernardino Rivadavia y tras una revisión de la nomenclatura oficial de las calles y plazas de la ciudad, fue rebautizada con el nombre de «Plaza de Comercio». El coronel Manuel Dorrego vivía enfrente a la Plaza.
Con apenas 2.500 metros cuadrados, en 1861 fue ocupada casi en su totalidad por la construcción del Mercado de Comercio. En ese momento sobresalía una escultura que representaba al "Comercio", la cual parecía imponer fuerza y respeto a la Ordenanza Municipal que prohibía vender carne, verduras y pescado en seis cuadras a la redonda del establecimiento. En 1897 cuando se permitió en todos los barrios la construcción de mercados proveedores particulares, se levantó el actual mercado de San Telmo. Como consecuencia, la Municipalidad resolvió la demolición del edificio del Mercado y la Plaza recobró su recinto, transformándose luego en un paseo con árboles y jardines.
En 1916 colocaron sobre la parte central de la Plaza, el imponente conjunto escultórico llamado Canto al trabajo. Sus grandes dimensiones no se adecuaban a la breve superficie de la plaza, motivo por el cual se trasladó en 1931 a la plazoleta de Paseo Colón frente a la actual Facultad de Ingeniería. La Plaza quedó convertida en un potrero abandonado, hasta que la Compañía Argentina de Electricidad, que tenía el edificio enfrente, consiguió permiso para cementarla.
Nombres que recibió la plaza
* 1586 Alto de las Carretas
* 1600 Alto de San Pedro
* 1784 Plaza de la Residencia
* 1822 Plaza del Comercio
* 1861 Mercado del Comercio
* 1900 Plaza Coronel Manuel Dorrego
En 1970, se inauguró en la Plaza Dorrego la Feria de San Pedro Telmo, por propuesta del Museo de la Ciudad. Se estableció que prácticamente todas las cuadras, casas y frentes, eran una reserva de la arquitectura vieja de Buenos Aires. La Feria iba a ser una sala al aire libre del Museo. Todo lo que se vende en la Feria de los domingos, formó parte de las casas viejas de la Ciudad de Buenos Aires. El éxito que la Feria tuvo desde el inicio le dio más vida al barrio. Pronto se transformó en uno de los lugares más visitados por los turistas y permitió el crecimiento no solamente de quienes tienen puestos, sino también de los anticuarios de los alrededores, de empresas de turismo y de los comerciantes de la zona. En la actualidad hay muy pocas ferias en el mundo en las que únicamente se encuentren cosas viejas y antigüedades. La feria las ofrece en más de doscientos setenta puestos. Se pueden encontrar los domingos de 10 a17 hs. Vitrolas, discos de pasta, ropa antigua, alhajas, fantasías, postales, almanaques, libros, herrajes, lámparas y un sinfín de adornos y curiosidades. En la zona aledaña se apiñan, mezclados con los visitantes, músicos, cantantes y bailarines de tango, mimos etc.
La Plaza Dorrego es como un diccionario histórico. La rodean edificios de distintas épocas, hay de 1860, algunos son de 1910, otros pertenecen a la década del ´30.
Es un verdadero testimonio que ha sobrevivido a las construcción de las moles de departamentos y oficinas. Pero no solamente brilla por eso sino también, y básicamente, por el colorido que le da la gente los domingos. Transformada en un espacio público de todos, en un lugar de esparcimiento en el que, con igual o mayor intensidad, se transmiten otras sensaciones: nostalgia, distensión, calidez y expectativas de algo diferente.
Ampliada en el espacio, ya que los caminantes que la visitan deambulan a lo largo y ancho de las calles aledañas. Cambiante en el tiempo - tanto por lo que representa como por lo que transmite -. Local y visitante, porque dentro de las multitudes que la acompañan hay personas de distintos barrios, clases, ciudades y países. Reencontrarse con la plaza, es establecer un vínculo con la Ciudad de Buenos Aires.
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