lunes, 29 de agosto de 2011
QUIEN ERA? Angel Gallardo
Ingeniero Civil y Doctor en Ciencias Naturales, Profesor Universitario, Director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Presidente del Consejo Nacional de Educación y Embajador en Roma (Presidencia del Dr. Hipólito Yrigoyen), Ministro de Relaciones Exteriores y Culto (Presidencia del Dr. Marcelo T. de Alvear), Rector de la Universidad de Buenos Aires, fue elegido Presidente de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en junio de 1927, sucediendo al Dr. Eduardo L. Holmberg. Continuó en el cargo hasta su fallecimiento, el 13 de mayo de 1934. Había ingresado a la corporación en 1905, cuando la misma era Academia de la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas.
Pocos años después fue elegido Miembro Titular de la Academia Nacional de Medicina (1909), y al fallecer ocupaba el mismo rango en las Academias Nacionales de Agronomía y Veterinaria, de Ciencias de Córdoba y en la Academia Argentina de Letras. Era también Académico Honorario del Instituto del Museo de la Universidad Nacional de La Plata.
Angel Gallardo fue una figura representativa de su época. Nació en Buenos Aires el 19 de noviembre de 1867. Cursó estudios primarios en una escuela privada. De muy joven aprendió varios idiomas extranjeros que le fueron muy útiles para su futura carrera científica. Su escuela secundaria fue el Colegio Nacional de Buenos Aires, donde encontró como Profesor a Carlos Berg, naturalista de origen ruso, que debía ejercer una gran influencia sobre su vocación por las ciencias naturales.
Terminado el bachillerato, Gallardo se inscribió como alumno de Ingeniería Civil en la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, rindiendo la última materia en 1892 y recibiéndose con diploma de honor en 1894, cuando cumplió con la exigencia reglamentaria final, presentando un proyecto en el cual estudia la instalación de una fábrica de cal.
En esa época ya muestra su predilección por escapar a la rutina del estudiante y envía soluciones a los problemas que se plantean en la "Revista de Matemáticas Elementales" que comienza a publicarse en 1889. Desde 1886 era socio de la Sociedad Científica Argentina.
En la Facultad encuentra de nuevo a Carlos Berg, su profesor de secundaria quien tuvo inicialmente a su cargo el Curso de Zoología y posteriormente el de Botánica. Gallardo se interesa por los mismos y es uno de los pocos alumnos que los siguen. Entre la ingeniería civil y las ciencias naturales, se inclina por estas últimas, pues mientras demoraba la presentación del proyecto final para obtener su título de ingeniero, efectuaba en los años 1893 y 1894 algunas publicaciones sobre temas biológicos. Cuando comienza a actuar en la docencia secundaria, lo hace tomando a su cargo materias de la llamada Historia Natural. Es uno de los profesores fundadores del Instituto Libre de Segunda Enseñanza. Posteriormente, actúa también en el Colegio Nacional de Buenos Aires.
La Facultad evidentemente conoce su inclinación y sus conocimientos de esas ciencias, pues en 1895 lo designa Profesor Suplente (Adjunto) del curso de Zoología que dictaba Carlos Berg y a la muerte de este último se lo encarga de la cátedra. Un año después es nombrado Profesor Titular de la materia (1903), cargo que conservó hasta 1930. Desde 1908 dictó simultáneamente la Cátedra de Zoología en la Escuela de Farmacia.
Gallardo, que efectúa viajes periódicos a Europa, no pierde oportunidad para visitar laboratorios y asistir a cursos y a conferencias para conocer y dialogar con quienes ocupan primeros lugares en las remas de su predilección. A la vuelta del primero de los mismos (1895-1896), es elegido Presidente de la Sociedad Científica Argentina, que ha de cumplir 25 años de vida. Propone celebrarlos organizando un Congreso Científico Latinoamericano, que tuvo lugar en Buenos Aires, en el mes de abril de 1898.
Estas reuniones se sucedieron en años posteriores transformándose finalmente en Congresos Americanos. El último tuvo lugar en Washington en 1940. Los años de guerra rompieron la tradición de los mismos, que vinculaban a quienes se ocupaban en toda América de estudios científicos.
Durante el mismo primer viaje a Europa ocurrió un hecho que tuvo notable influencia en su carrera. Mientras asistía a una clase del conocido botánico Van Tieghem, observó la semejanza que existía entre las figuras de la división celular y el llamado espectro en un campo magnético, que aparecía al orientarse las limaduras de hierro bajo la influencia de un imán. Esta similitud le dio la idea de interpretar las figuras de esa división de las células como el resultado de la acción de una fuerza que denominó cariocinética, cuya naturaleza no pudo establecer, pero que precisó como de tipo Newtoniano. Al poco tiempo de llegar a la Argentina publica su primer trabajo sobre el tema, en los Anales del Museo Nacional de Buenos Aires.
El mismo le sirve para su tesis, que somete a examen en 1902, obteniendo el Doctorado en Ciencias Naturales. Es la primera de las presentadas a la Facultad en esa carrera. Un año antes, la misma casa de estudios había aprobado a otro Presidente de la Academia, Enrique Herrero Ducloux, la primera tesis del Doctorado en Química.
Gallardo dedicó más de una decena de memorias al tema de la división cariocinética; la última en 1906. Su teoría tuvo repercusión en el país y en el extranjero, y si no alcanzó un valor definitivo, fue considerada un progreso sobre las propuestas anteriormente.
Otro importante grupo de trabajos que ha dejado Gallardo, es el conjunto de publicaciones sobre "Las Hormigas de la República Argentina" que inicia en 1916, aspirando a realizar la revisión general de la familia en nuestro país. No pudo cumplir con su ambición como era su deseo y como lo confirma el material que dejó al fallecer.
Nunca abandonó el tema de las hormigas, ni aún cuando tenía a su cargo importantes funciones públicas, como es fácil de confirmar viendo que no dejó de publicar memorias en esas épocas, y que las intensificó cuando dispuso de más tiempo.
En sus años iniciales incursiona también en el campo de la botánica, dedicando un número de trabajos a problemas de teratología vegetal.
Un resultado de sus observaciones sobre la enseñanza de las ciencias naturales en Europa, fue la implantación de los trabajos prácticos en la enseñanza de la zoología. Como la expresa en 1907, en un informe a la Universidad considera que no debe recargarse la memoria del alumno con nociones verbales, sino procurar por todos los medios habilitarlo para el trabajo original.
El valor educativo y social de la ciencia es un tema que se repite en la acción de Gallardo, mediante publicaciones, fundación de sociedades y en su actividad personal cuando tiene cargos ejecutivos.
Aparte de sus cátedras, la mayor responsabilidad de Gallardo en el orden científico fue su vinculación con el Museo de Ciencias Naturales (hoy Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia), del cual ocupó la Dirección en forma transitoria, siendo muy joven (1897), por viajar a Europa su Director Titular, el Dr. Carlos Berg.
Un aspecto merece destacarse en su vinculación con el Museo, que muestra una faceta definida de la personalidad de Gallardo, su generosidad. Cuando en 1902 fallece el director Carlos Berg; Gallardo, que había sido señalado por su maestro como su posible sucesor, apoya para el cargo, ante el Ministro Joaquín V. González, a Florentino Ameghino, quien es designado y lo ocupa hasta su muerte en 1911. Entonces Gallardo lo sucede y trabaja activamente por el progreso de la Institución, y mientras hace gestiones para obtener la construcción de una sede para el mismo, obtiene locales que permiten su expansión y fondos para aumentar sus actividades. Incorpora a varios estudiosos distinguidos y fomenta la organización de expediciones al interior del país. En 1916, el Museo, que había estado clausurado al público por varios años, se abre nuevamente. A fines de 1916 se retira de la Dirección para ocupar la Presidencia del Consejo Nacional de Educación. Con el andar de los años el Museo logra su nuevo edificio y Gallardo tiene la satisfacción de asistir a la inauguración de su primera sección.
La designación del Presidente del Consejo Nacional de Educación puede considerarse como el comienzo de la carrera de hombre de negocios de Angel Gallardo. Su actividad fue intensa. Durante su presidencia se crearon unas 1600 nuevas escuelas primarias. Pero no se aleja de sus Ciencias Naturales; encuentra tiempo para continuar sus estudios sobre hormigas y para ayudar al progreso de las mismas en el país.
Al término de su período, el Presidente de la Nación, Dr. Hipólito Yrigoyen, le ofrece la embajada en Roma, donde actúa desde fines de 1921. Su interés científico no decae, visita laboratorios y asiste a reuniones académicas y a Congresos.
Poco después, Yrigoyen es sucedido en la Presidencia de la Nación por Alvear, quien le ofrece el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Gallardo se hace cargo del mismo a fines de 1922 y termina su misión el 12 de octubre de 1928 junto al Presidente que lo nombrara.
Fue en 1927 como Ministro y como Presidente de la Academia cuando representó a la Argentina en los actos recordatorios del centenario del nacimiento de Marcelino Berthelot, que se celebraron en París, donde fue designado para usar de la palabra en nombre de todas las delegaciones extranjeras, en la reunión que culminaba el homenaje.
Fue reelegido Presidente dos veces. Durante su residencia, la Academia llevó una vida activa, como lo comprueban no solamente las Memorias Anuales, sino también las páginas de los Anales, que Gallardo insistió en la importancia de publicar regularmente.
Ocupaba por tercera vez la Presidencia cuando fue designado por unanimidad de votos de la Asamblea Universitaria, Rector de la Universidad de Buenos Aires, en mayo de 1932, llegando así al más alto cargo que la misma podía ofrecer a quien comenzara siendo uno de sus estudiantes.
Angel Gallardo renunció al Rectorado a los dos años de ocuparlo, el 2 de abril de 1934.
Su renuncia fue aceptada pocos días después y antes que se eligiera su sucesor, fallecía el 13 de mayo de ese año durante la noche, en forma súbita, inesperadamente para su familia y amigos. Había trabajado hasta el último día de su vida.
Al fallecer, el Presidente de la Nación Gral. Agustín P. Justo y sus ministros se hicieron presentes en su domicilio, lo mismo que autoridades de las numerosas instituciones oficiales y privadas en las cuales Gallardo había actuado.
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