Fachada del cementerio en la actualidad |
Un 17 de noviembre de 1822 fue inaugurado en Buenos Aires el cementerio de La Recoleta, con los dos primeros entierros realizados en el predio.
Desde la época de la colonia y hasta ese año, los cementerios no existían en el país; los muertos eran enterrados en los templos y el lugar de su sepultura se determinaba según la categoría social de la familia. Los esclavos se enterraban fuera de las iglesias, pero a la sombra de sus muros y en un terreno que se denominaba "campo santo".
Según la tradición, las tierras que hoy ocupa La Recoleta pertenecían en 1604 al adelantado Juan Ortiz de Zárate que en un momento de apuro económico, los cambió por algunos trajes.. Después volvieron a cambiar de dueño hasta que a principios del siglo XVIII, los padres Franciscanos de la Recolección levantaron en el lugar, el convento y la iglesia del Pilar.
A partir de 1820 durante el gobierno de Martín Rodríguez y su ministro Bernardino Rivadavia, fueron expropiados los terrenos ocupados por el Huerto de la Congregación vecino a la iglesia, para la construcción de un cementerio que tomó su nombre de la orden de los sacerdotes. El ingeniero Próspero Catelín se ocupó del proyecto del entonces Cementerio del Norte, que en un principio era solo para católicos. Recién en 1863, el presidente Mitre firmó un decreto que permitía que fuesen enterrados los practicantes de otras religiones.
Los primeros cuerpos enterrados en el lugar fueron los de Juan Benito un "párvulo liberto" y María de los Dolores Maciel, una joven oriental de 25 años..
En un principio La Recoleta fue el cementerio donde iba a parar los sirvientes e hijos de esclavos y durante mucho tiempo las tumbas se amontonaban sin plan alguno.
Sobre la mayor parte de las fosas se colocaba una simple cruz o lápida de piedra, casi sin ornamento. El primer enterrador fue el inglés Jack Hall, que andaba siempre pegado a una botella y al que los porteños bautizaron "el inglés de ataúd".
Como por entonces el cementerio quedaba alejado del centro la ciudad, se puso en práctica la costumbre de los carruajes fúnebres.
El caos de la distribución de tumbas llegó a tal punto, que en 1875 se pensó en clausurar el cementerio, pero en los años siguientes se comenzaro a realizar algunas mejoras, como la construcción de una plaza arbolada.
La iglesia del Pilar hoy |
Con el tiempo, La Recoleta se convirtió en uno de los cementerios más suntuoso del mundo donde descansan los apellidos más ilustres del país. El Cementerio del Norte ocupa actualmente cuatro manzanas y cuenta con alrededor de 6000 sepulcros a perpetuidad. Más de 70 bóvedas fueron declaradas Monumento Histórico Nacional y el Cementerio en sí es considerado Museo Histórico Nacional desde el año 1946, por los personajes ilustres que aquí descansan, por la calidad arquitectónica y por sus magníficas esculturas.
Es uno de los más importantes del mundo junto con el de Staglieno en Génova y el Père Lachaise de París.
Sus tierras alcanzan valores difíciles de calcular y es uno de los paseos obligados para los turistas que visitan Buenos Aires.
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