lunes, 29 de agosto de 2011

QUIEN ERA? Angel Gallardo




Ingeniero Civil y Doctor en Ciencias Naturales, Profesor Universitario, Director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Presidente del Consejo Nacional de Educación y Embajador en Roma (Presidencia del Dr. Hipólito Yrigoyen), Ministro de Relaciones Exteriores y Culto (Presidencia del Dr. Marcelo T. de Alvear), Rector de la Universidad de Buenos Aires, fue elegido Presidente de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en junio de 1927, sucediendo al Dr. Eduardo L. Holmberg. Continuó en el cargo hasta su fallecimiento, el 13 de mayo de 1934. Había ingresado a la corporación en 1905, cuando la misma era Academia de la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas.
Pocos años después fue elegido Miembro Titular de la Academia Nacional de Medicina (1909), y al fallecer ocupaba el mismo rango en las Academias Nacionales de Agronomía y Veterinaria, de Ciencias de Córdoba y en la Academia Argentina de Letras. Era también Académico Honorario del Instituto del Museo de la Universidad Nacional de La Plata.


 


Angel Gallardo fue una figura representativa de su época. Nació en Buenos Aires el 19 de noviembre de 1867. Cursó estudios primarios en una escuela privada. De muy joven aprendió varios idiomas extranjeros que le fueron muy útiles para su futura carrera científica. Su escuela secundaria fue el Colegio Nacional de Buenos Aires, donde encontró como Profesor a Carlos Berg, naturalista de origen ruso, que debía ejercer una gran influencia sobre su vocación por las ciencias naturales.
Terminado el bachillerato, Gallardo se inscribió como alumno de Ingeniería Civil en la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, rindiendo la última materia en 1892 y recibiéndose con diploma de honor en 1894, cuando cumplió con la exigencia reglamentaria final, presentando un proyecto en el cual estudia la instalación de una fábrica de cal.
En esa época ya muestra su predilección por escapar a la rutina del estudiante y envía soluciones a los problemas que se plantean en la "Revista de Matemáticas Elementales" que comienza a publicarse en 1889. Desde 1886 era socio de la Sociedad Científica Argentina.
En la Facultad encuentra de nuevo a Carlos Berg, su profesor de secundaria quien tuvo inicialmente a su cargo el Curso de Zoología y posteriormente el de Botánica. Gallardo se interesa por los mismos y es uno de los pocos alumnos que los siguen. Entre la ingeniería civil y las ciencias naturales, se inclina por estas últimas, pues mientras demoraba la presentación del proyecto final para obtener su título de ingeniero, efectuaba en los años 1893 y 1894 algunas publicaciones sobre temas biológicos. Cuando comienza a actuar en la docencia secundaria, lo hace tomando a su cargo materias de la llamada Historia Natural. Es uno de los profesores fundadores del Instituto Libre de Segunda Enseñanza. Posteriormente, actúa también en el Colegio Nacional de Buenos Aires.
La Facultad evidentemente conoce su inclinación y sus conocimientos de esas ciencias, pues en 1895 lo designa Profesor Suplente (Adjunto) del curso de Zoología que dictaba Carlos Berg y a la muerte de este último se lo encarga de la cátedra. Un año después es nombrado Profesor Titular de la materia (1903), cargo que conservó hasta 1930. Desde 1908 dictó simultáneamente la Cátedra de Zoología en la Escuela de Farmacia.
Gallardo, que efectúa viajes periódicos a Europa, no pierde oportunidad para visitar laboratorios y asistir a cursos y a conferencias para conocer y dialogar con quienes ocupan primeros lugares en las remas de su predilección. A la vuelta del primero de los mismos (1895-1896), es elegido Presidente de la Sociedad Científica Argentina, que ha de cumplir 25 años de vida. Propone celebrarlos organizando un Congreso Científico Latinoamericano, que tuvo lugar en Buenos Aires, en el mes de abril de 1898.
Estas reuniones se sucedieron en años posteriores transformándose finalmente en Congresos Americanos. El último tuvo lugar en Washington en 1940. Los años de guerra rompieron la tradición de los mismos, que vinculaban a quienes se ocupaban en toda América de estudios científicos.
Durante el mismo primer viaje a Europa ocurrió un hecho que tuvo notable influencia en su carrera. Mientras asistía a una clase del conocido botánico Van Tieghem, observó la semejanza que existía entre las figuras de la división celular y el llamado espectro en un campo magnético, que aparecía al orientarse las limaduras de hierro bajo la influencia de un imán. Esta similitud le dio la idea de interpretar las figuras de esa división de las células como el resultado de la acción de una fuerza que denominó cariocinética, cuya naturaleza no pudo establecer, pero que precisó como de tipo Newtoniano. Al poco tiempo de llegar a la Argentina publica su primer trabajo sobre el tema, en los Anales del Museo Nacional de Buenos Aires.
El mismo le sirve para su tesis, que somete a examen en 1902, obteniendo el Doctorado en Ciencias Naturales. Es la primera de las presentadas a la Facultad en esa carrera. Un año antes, la misma casa de estudios había aprobado a otro Presidente de la Academia, Enrique Herrero Ducloux, la primera tesis del Doctorado en Química.
Gallardo dedicó más de una decena de memorias al tema de la división cariocinética; la última en 1906. Su teoría tuvo repercusión en el país y en el extranjero, y si no alcanzó un valor definitivo, fue considerada un progreso sobre las propuestas anteriormente.
Otro importante grupo de trabajos que ha dejado Gallardo, es el conjunto de publicaciones sobre "Las Hormigas de la República Argentina" que inicia en 1916, aspirando a realizar la revisión general de la familia en nuestro país. No pudo cumplir con su ambición como era su deseo y como lo confirma el material que dejó al fallecer.
Nunca abandonó el tema de las hormigas, ni aún cuando tenía a su cargo importantes funciones públicas, como es fácil de confirmar viendo que no dejó de publicar memorias en esas épocas, y que las intensificó cuando dispuso de más tiempo.
En sus años iniciales incursiona también en el campo de la botánica, dedicando un número de trabajos a problemas de teratología vegetal.
Un resultado de sus observaciones sobre la enseñanza de las ciencias naturales en Europa, fue la implantación de los trabajos prácticos en la enseñanza de la zoología. Como la expresa en 1907, en un informe a la Universidad considera que no debe recargarse la memoria del alumno con nociones verbales, sino procurar por todos los medios habilitarlo para el trabajo original.
El valor educativo y social de la ciencia es un tema que se repite en la acción de Gallardo, mediante publicaciones, fundación de sociedades y en su actividad personal cuando tiene cargos ejecutivos.
Aparte de sus cátedras, la mayor responsabilidad de Gallardo en el orden científico fue su vinculación con el Museo de Ciencias Naturales (hoy Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia), del cual ocupó la Dirección en forma transitoria, siendo muy joven (1897), por viajar a Europa su Director Titular, el Dr. Carlos Berg.
Un aspecto merece destacarse en su vinculación con el Museo, que muestra una faceta definida de la personalidad de Gallardo, su generosidad. Cuando en 1902 fallece el director Carlos Berg; Gallardo, que había sido señalado por su maestro como su posible sucesor, apoya para el cargo, ante el Ministro Joaquín V. González, a Florentino Ameghino, quien es designado y lo ocupa hasta su muerte en 1911. Entonces Gallardo lo sucede y trabaja activamente por el progreso de la Institución, y mientras hace gestiones para obtener la construcción de una sede para el mismo, obtiene locales que permiten su expansión y fondos para aumentar sus actividades. Incorpora a varios estudiosos distinguidos y fomenta la organización de expediciones al interior del país. En 1916, el Museo, que había estado clausurado al público por varios años, se abre nuevamente. A fines de 1916 se retira de la Dirección para ocupar la Presidencia del Consejo Nacional de Educación. Con el andar de los años el Museo logra su nuevo edificio y Gallardo tiene la satisfacción de asistir a la inauguración de su primera sección.
La designación del Presidente del Consejo Nacional de Educación puede considerarse como el comienzo de la carrera de hombre de negocios de Angel Gallardo. Su actividad fue intensa. Durante su presidencia se crearon unas 1600 nuevas escuelas primarias. Pero no se aleja de sus Ciencias Naturales; encuentra tiempo para continuar sus estudios sobre hormigas y para ayudar al progreso de las mismas en el país.
Al término de su período, el Presidente de la Nación, Dr. Hipólito Yrigoyen, le ofrece la embajada en Roma, donde actúa desde fines de 1921. Su interés científico no decae, visita laboratorios y asiste a reuniones académicas y a Congresos.
Poco después, Yrigoyen es sucedido en la Presidencia de la Nación por Alvear, quien le ofrece el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Gallardo se hace cargo del mismo a fines de 1922 y termina su misión el 12 de octubre de 1928 junto al Presidente que lo nombrara.
Fue en 1927 como Ministro y como Presidente de la Academia cuando representó a la Argentina en los actos recordatorios del centenario del nacimiento de Marcelino Berthelot, que se celebraron en París, donde fue designado para usar de la palabra en nombre de todas las delegaciones extranjeras, en la reunión que culminaba el homenaje.
Fue reelegido Presidente dos veces. Durante su residencia, la Academia llevó una vida activa, como lo comprueban no solamente las Memorias Anuales, sino también las páginas de los Anales, que Gallardo insistió en la importancia de publicar regularmente.
Ocupaba por tercera vez la Presidencia cuando fue designado por unanimidad de votos de la Asamblea Universitaria, Rector de la Universidad de Buenos Aires, en mayo de 1932, llegando así al más alto cargo que la misma podía ofrecer a quien comenzara siendo uno de sus estudiantes.
Angel Gallardo renunció al Rectorado a los dos años de ocuparlo, el 2 de abril de 1934.
Su renuncia fue aceptada pocos días después y antes que se eligiera su sucesor, fallecía el 13 de mayo de ese año durante la noche, en forma súbita, inesperadamente para su familia y amigos. Había trabajado hasta el último día de su vida.
Al fallecer, el Presidente de la Nación Gral. Agustín P. Justo y sus ministros se hicieron presentes en su domicilio, lo mismo que autoridades de las numerosas instituciones oficiales y privadas en las cuales Gallardo había actuado.

domingo, 28 de agosto de 2011

LA CIUDAD - Edificio del Banco de Boston

El Edificio First National Bank of Boston (conocido popularmente como Banco de Boston) es un edificio de oficinas de estilo neoplateresco construido para dicha entidad financiera en 1924, en la esquina de la Avenida Roque Sáenz Peña y las calles Florida y Bartolomé Mitre, en la city financiera de la ciudad de Buenos Aires.
Actualmente es ocupado por el Standard Bank, que absorbió al BankBoston en 2004. El edificio se distingue por su portería en la esquina y la arquería y balaustradas del último piso, basadas en distintas obras representativas 
del plateresco español.

El First National Bank of Boston se instaló en Argentina el 14 de julio de 1917, y tuvo un gran crecimiento desde el principio gracias al pujante vínculo comercial entre Buenos Aires y Boston, por la exportación de lana y cueros.
El 26 de febrero de 1920 el lote de 1.709,139 m² sobre la Diagonal Norte en construcción, en su esquina nordeste con las calles Bartolomé Mitre y Florida, fue vendido en remate por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires al Banco de Boston por la suma de m$s 2.325.885,99.
El banco contrató a los arquitectos Paul Bell Chambers y Louis Newbery Thomas para diseñar el edificio ciñéndose a expresos reclamos, y los primero planos fueron presentados a la Municipalidad el 31 de diciembre de 1920. Sin embargo, numerosos proyectos fueron rechazados por esta última debido a la estricta normativa de fachadas, proporciones y dimensiones de los edificios elaborada para la Diagonal Norte
Por insistencia del intendente Carlos M. Noel finalmente los planos definitivos fueron aprobados el 28 de diciembre de 1922. Las obras comenzaron en junio de 1921 y terminaron en octubre de 1924, cuando fue finalmente inaugurado el edificio propiedad del First National Bank of Boston.

El 24 de diciembre de 1927 el militante anarquista Severino di Giovanni hizo detonar una bomba en el interior del banco, dañando al edificio seriamente.
En 2001, fue remodelado por el estudio de arquitectura Hampton-Rivoira, y su fachada fue restaurada, recibiendo el premio "obras de intervención en edificios de interés patrimonial" entregado por la Sociedad Central de Arquitectos. Con la crisis de diciembre de de ese año en la Argentina, cientos de ahorristas perjudicados por la medida económica conocida popularmente como el Corralito marcharon y se manifestaron en la puerta del BankBoston, exigiendo la devolución de sus ahorros retenidos. Desarrollando formas de protesta como los cacerolazos, solían golpear la puerta principal y pórtico del edificio, que resultó dañado. Durante mucho tiempo permaneció rodeando al BankBoston un perímetro hecho con paneles de chapa acanalada para evitar esta destrucción, aunque los manifestantes aprovecharon el material del vallado para hacerlo sonar con palos o cucharones. Con estos sucesos se cerró una década de convertibilidad ideada por el ministro de economía neoliberal Domingo Cavallo, quien había establecido en 1991 la paridad peso - dólar artificialmente.
El edificio debió ceñirse a la normativa de fachada impuesta por la Municipalidad, con una altura de 8 metros sobre la vereda para el nivel del 1º piso, 33 metros hasta la cornisa y 36 a la parte superior del ático. Contó con 12 plantas: sub-subuelo, subsuelo, planta baja, entrepiso (todos ocupados por el banco), y 8 pisos superiores destinados a oficinas de alquiler.
Colaboraron los arquitectos York y Sawyer, los ingenieros fueron la firma Stone y Webster, representada por el ingeniero Thomas Thornburg en cuanto a las construcción y el ingeniero Harry Reed en las instalaciones mecánicas.
Para el esqueleto del edificio usaron 1.650 toneladas de acero traídas de los Estados Unidos y 6.120 m³ de cemento armado, para pisos y techos.
El edificio se caracteriza por su fachada neoplateresca de 115 metros de extensión, diseñada en homenaje al renacimiento español, con esculturas inspiradas en el Convento de San Marcos, en León y en la Librería de la Catedral, en Santiago. La arcada de la esquina de la calle Florida, de 17 metros de altura, está inspirada en el Hospital de Santa Cruz de Toledo, construida en el siglo XVI. En la misma ochava, remata una cúpula circular con tejas coloniales españolas de color rojo ladrillo.
La entrada está hecha en Inglaterra, en gran parte con bronce, y pesa 4 toneladas. El pórtico de la ochava fue hecho en 400 toneladas de piedra calcárea Indiana Limestone que fueron extraídas de Bedford, Indiana, y se tallaron en New York en cuatro meses. Hasta el primer piso se trabajó la decoración del frente en granito de Córdoba, y el resto del mismo fue hecho en revoque piedra artificial blanco compuesto por piedra Mar del Plata molida y cemento portland blanco.
Se colocó un sistema de iluminación exterior decorativa para realzar la fachada en días festivos.
 El interior fue decorado con mármoles cippolino verde y amarillo, y pórfido verde oscuro traído de Uruguay, y las barandas de las escaleras, mamparas y ventanillas de atención se hicieron en bronce. Los cielorrasos son encofrados de color dorado, de acuerdo al estilo plateresco.
En el sub-sótano se ubicaron el tesoro del banco y las cajas fuertes, al estilo norteamericano. Las dos puertas de acero cerrando el tesoro serían "las más fuertes de Sudamérica" según los autores del edificio. También se instalaron diversas áreas de mantenimiento del banco. En el sótano se instalaron los departamentos de Caja de Ahorro, Informes y Asuntos legales.
El vestíbulo principal, desde el cual se accede también al sótano, tiene su entrada por el pórtico de la ochava, y posee un vitraux en el cielorraso. Ahí se ubicaron los mostradores de las distintas áreas del banco, y en el pasillo principal, los tres ascensores con sus respectivas escaleras, y un montacargas. Las oficinas de los gerentes y subgerentes de la sede del banco en Buenos Aires se ubicaron también en la planta baja.
En el entrepiso se ubicó el directorio, en una oficina en la ochava de Florida, además del despacho del vicepresidente, diversos departamentos y una sala de conferencias.
Para la comunicación dentro del edificio y con el exterior se instalaron sistemas de tubos neumáticos, de teléfonos y de telautógrafos (aparatos antecesores del fax). Para ello se construyó en el entrepiso una oficina de conmutadores con capacidad para 100 teléfonos. La Compañía Unión Telefónica proveyó 300 líneas telefónicas para todo el edificio.
Se instaló un sistema de ventilación mecánica que permitía circular aire fresco en todo el edificio, que además recibía calefacción en invierno.
Los pisos del 1º al 8º del edificio fueron destinados a oficinas de alquiler, con acceso por un vestíbulo al cual se entra por el frente a la Diagonal Norte, con una batería de 4 ascensores con velocidad de 182,88 metros por minuto con una carga de 1.134 kilos, excepto uno con el doble de capacidad (para llevar objetos tales como cajas fuertes) y una velocidad reducida a la mitad. 
Como curiosidad, en el segundo piso se instaló una peluquería.
Desde el mismo vestíbulo parte también la escalera principal del edificio, que une desde el sub-sótano a la azotea, y fue separada de los ascensores por puertas incombustibles de cristal armado, en cada piso.

sábado, 27 de agosto de 2011

NOTA DE TAPA - Las desventuras de un país soja-dependiente







El país de las "minas mas lindas 
del mundo", los ídolos
mas controvertidos, 
las llanuras mas extensas y fértiles
y... la soja, la soja transgénica, claro.




Argentina. Un país que vive de espejismos. Hace cuatro décadas creyó que la solución a sus males era el poder militar, luego el regreso de un líder desgastado y moribundo y, de nuevo el poder militar. De esta sucesión surgió un genocidio que pesará por siempre en el alma de quienes fueron responsables directos y de muchos otros que pensaron que "los argentinos somos derechos y humanos" y un espejismo más dentro del otro que fue creer que nuestros pobres soldados, adolescentes casi, eran capaces, sin instrucción ni armamento, de enfrentar con éxito al poder de la OTAN sumado a la traición del gobierno de turno en Chile.
En 1983 volvió la democracia y éramos, de nuevo, felices en otra ilusión fugaz, con la década menemista, la paridad del peso argentino con la moneda estadounidense, sumado a las "relaciones carnales" con el patrón del Norte, eran la panacea para nuestros problemas.
Caídos todos esos mitos, luego de la presidencia incapaz y sangrienta de De la Rua, aparece la soja transgénica.
Este "evento" obtiene su aprobación en plena época menemista, cuando el país era un gigantesco laboratorio de experimentación para las multinacionales productoras de agrotóxicos así como lo era también para los grandes grupos financieros, los capitales piratas y cuanto empresario deshonesto tuviera ganas de sacar partido de un país debilitado socialmente por un gobierno que fue modelo de corrupción, cinismo y ambición desmedida.
A partir de allí se produce una verdadera invasión, los "productores", nuevo término que designa a quienes trabajan la tierra, encuentran un cultivo que resiste las sequías, que se vende a buen precio y los agrotóxicos que requiere cuestan tan poco a causa de dólar a un peso que, ante la duda, se usan con exceso.
Entonces, la soja, se lleva los tambos cuya instalación y genética llevaron años de trabajo y sacrificio, se llevan los montes nativos asesinados por potentes topadoras ligadas por cadenas que arrasan arbustos, árboles y destruyen una diversidad biológica irrecuperable. Los hacheros ven, con lágrimas en los ojos como esas topadoras hacen desaparecer su fuente de trabajo y además como una ofensa fatal, queman toda la vegetación talada sin que nadie pueda aprovechar toneladas de algarrobo, aromo, espinillo, tala, chañar desaparecidos.
Y todos deben migrar, los hombres y sus familias a refugiarse en las ciudades que no están preparadas para recibirlos, así como ellos no están preparados para vivir en ellas y terminan transformándose en víctimas o parte de una delincuencia que hoy nos avergüenza porque nos sabemos responsables de ella y su circunstancia.
Pero también los pájaros, que hoy aturden con su bulla mañanera en las zonas pobladas, los insectos, como por ejemplo la vinchuca, transmisora del parásito que provoca la enfermedad de Chagas, y que tiene un ciclo natural selvático, y otro alternativo ciudadano.
Y la soja avanza, a buen precio. Tan es así que la voracidad de los empresarios de la soja pone los ojos en los montes chaqueños, santiagueños, formoseños, salteños, donde nunca se sembró nada porque los indígenas, herederos de esas tierras obtienen su sustento de lo que el monte brinda sin reservas, con la sola condición de no tomar más de lo necesario.
Pero la cultura de la soja quiere más, camionetas 4 x 4 para movilizarse en las ciudades y pueblos, maquinaria nueva, para sembrar y cosechar mas rápido, y agrotóxicos, sobretodo agrotóxicos. Porque a medida que pasan las cosechas ese extraordinario glifosato que parecía maravilloso pierde efectividad, aparecen malezas resistentes y proliferan tanto como la soja misma.

Es que la vida se abre camino y ante la destrucción de sus competidores las malezas resistentes avanzan y hoy casi todos los sojales está "adornados" por enredaderas con hermosas flores azules que se ríen del avión que riega con glifosato esos sojales, los frutales, las huertas, las ciudades y los pueblos.
Pero entonces hay que usar 24D, de trágico recuerdo cuando formaba parte del agente naranja que destruyó la vegetación de Vietnam y regó de malformaciones, cáncer e infertilidad a los vietnamitas y también a los soldados norteamericanos, hecho que la Veteran Adminitration aún no ha reconocido.
Y como, a veces, los cambios que todas estas manipulaciones imprudentes producen sobre el clima, producen un rebrote de soja a destiempo que molesta el trabajo que precede a la siembra de trigo, hay que fumigarla con Paraquat, uno de los tóxicos mas agresivos que las fábricas de biocidas pudieron producir. Lo cual además es una aberración biológica porque, siendo la soja una planta de desarrollo estival, no es necesario fumigarla con nada porque la primera helada la destruye.
Y después la cipermetrina, que destruye la fauna acuática porque nadie se cuida de no fumigar los cursos de agua que, en tiempos de soja aparecen sembrados de peces muertos, y también el endosulfán, un organoclorado prohibido en muchos países por pertenecer a los contaminantes orgánicos persistentes que van a provocar por décadas alteraciones genéticas sobre las descendencias de quienes estamos expuestos a las fumigaciones descontroladas.
Y el metamidofos, órgano fosforado, pariente lejano de aquel DDT que todavía no pueden limpiar de los ríos contaminados de América del Norte.
Y ahora, como cumpliendo uno a uno los peores pronósticos, la roya. Un hongo, Phakospora Pachiryzi, que por el aumento sin límites ni medida de los cultivares aparece para destruir el mito, para romper otro espejismo y reencontrarnos con una realidad donde la riqueza no aparece de un día para otro, donde las vidas de vegetales, animales y humanos deben respetar cierto equilibrio porque sino todos pierden.
La Argentina, otrora el país de la vacas gordas, es hoy el país de la soja transgénica, hasta algunas entidades que siempre tuvieron una imagen conservacionista se sientan con las multinacionales productoras de agrotóxicos y los grandes empresarios sojeros a conversar sobre la "sustentabilidad" de producir un millón de hectáreas de soja.
 Se siembra soja en los costados de los caminos provocando un peligro para el tránsito cuando las máquinas sembradoras o cosechadoras están trabajando en un lugar que es vía de escape para evitar accidentes. Pero además se avanza sobre el último refugio de animales que estuvieron aquí mucho antes que nosotros y la soja.
En esta Argentina donde la soja financia los planes sociales que pagan, por no hacer casi nada, a los mismos que la soja dejó sin empleo creando una fuerza móvil de extrema conflictividad que, a veces es arma y a veces es amenaza para un gobierno que ha basado su política económica en las regalías de la soja.
Argentina es soja-dependiente y vive esa ilusión de la cosecha de soja, la ilusión que, una vez mas, se hará trizas cuando la soja pierda valor internacional, o los insumos sean tan caros que sea imposible comprarlos, o la tierra pierda su fertilidad y resulte imposible devolvérsela o un hongo, solo un hongo de nombre difícil de pronunciar y de escribir pero que ya forma parte de las pesadillas de los productores, los acopiadores, los camioneros, y los políticos, destruya dos cosechas porque la naturaleza no sabe de necesidades económicas o de ambiciones políticas de permanencia.
La naturaleza solo sabe que para sobrevivir hay que mantener cierto equilibrio, y si alguna especie amenaza ese equilibrio... desaparece.



viernes, 26 de agosto de 2011

ECOLOGIA - La Biodiversidad


La palabra biodiversidad es una contracción de diversidad biológica; se refiere por lo tanto a la variedad en el mundo viviente. El término biodiversidad se aplica comúnmente a describir la cantidad, la variedad y la variabilidad de los organismos vivos. Este uso tan amplio abarca muchos parámetros diferentes, y en este contexto biodiversidad es, en realidad, un sinónimo de La Vida en la Tierra.
La diversidad biológica se define como la variedad y la variabilidad de los seres vivos y de los complejos ecológicos que ellos integran. La misma se organiza en varios niveles, desde ecosistemas completos hasta las estructuras químicas que constituyen las bases moleculares de la herencia. En síntesis, el término biodiversidad abarca los distintos ecosistemas, especies y genes, y su abundancia relativa.
La Biodiversidad en la Argentina
Los 2.500.000 km² que abarca el territorio de la Argentina , con su variedad de climas y paisajes (selvas, praderas, estepas, bosques, desiertos y playas), hacen que el país sea muy favorecido en la diversidad de especies que lo habitan: Las especies originarias de un lugar se denominan especies nativas. En la Argentina, son especies nativas el quebracho blanco y el colorado, el algarrobo y el caldén, entre otras. Las especies introducidas se denominan exóticas o adventicias. En la Argentina lo son el gorrión, el ciervo colorado, el pino y el eucalipto.
La mayor parte de la biodiversidad en la Argentina se encuentra en los bosques.

La pérdida de la Biodiversidad
La biodiversidad es el resultado de un largo proceso que comenzó hace 3.500 millones de años, cuando apareció la vida en nuestro planeta. Desde entonces, se produjeron cambios en el ambiente, por lo que aparecieron nuevas especies y se extinguieron otras. La extinción de una especie significa que los individuos que la forman desaparecen sin dejar descendientes sobre la Tierra. Eso puede ocurrir por causas naturales, según lo demuestra el hallazgo de restos fósiles pertenecientes a organismos que habitaron nuestro planeta en épocas pasadas. En las últimas décadas, el ritmo de extinción de especies aumentó notablemente.
El hombre necesita de otras especies y de los recursos que le ofrece el medio ambiente para su subsistencia. De él obtiene alimentos, medicamentos, materiales de construcción, energía, etcétera. Sin embargo, cuando la actividad humana no se controla ade- cuadamente, puede provocar un impacto negativo sobre los ambientes naturales. Como parte de sus actividades actuales, el hombre modifica el curso de ríos, utiliza venenos contra plantas (que son dañinos también para la especie humana), tala selvas y bosques, mata animales y plantas para obtener de ellos algún producto valorado comercialmente, pesca y caza en forma indiscriminada -más allá de su necesidad de alimentarse- etcétera. En las últimas décadas comenzaron a hacerse evidentes algunas consecuencias de la actividad humana sobre el ambiente: cambios climáticos, contaminación, enfermedades ocasionadas por sustancias químicas, etcétera. Estos cambios no solo ponen en peligro a algunas especies, sino que alteran las relaciones entre ellas y afectan el funcionamiento del ecosistema que habitan.
Los países conservan y protegen los paisajes de valor mediante la creación de Parques Nacionales, este tipo de recurso, cada día más importante, son las bellezas naturales que generan dinero mediante la explotación turística y se denominan recursos escénicos.
Biomas de la Argentina
El desarrollo de la vida vegetal y animal está íntimamente relacionado con las condiciones climáticas, relieve y hasta el comportamiento del hombre en distintas partes del país.
¿Que son los Biomas?
Un bioma (del griego «bios», vida), también llamado paisaje bioclimático o área biótica es una determinada parte del planeta que comparte clima, vegetación y fauna
Biomas de ambiente húmedos
Selva Misionera
Se extiende sobre las sierras de la provincia de Misiones, que bajan hacia los ríos Paraná y Uruguay.
Las altas temperaturas, las precipitaciones abundantes y un importante porcentaje de humedad permiten el desarrollo de diferentes espacios verdes.
La flora se compone de imponentes árboles con lianas, epifitas y parásitas, debajo de los cuales se desarrollan plantas herbáceas y un sotobosque de matas, arbustos y cañaverales.
La fauna, muy variada, está compuesta por varias especies de mamíferos (diversas clases de monos, jabalí, armadillo, coatí, gato montés, zorro, comadreja, carpincho, etc.), reptiles saurios(yacaré, iguana, lagarto, lagartija), reptiles ofidios (yarará, coral, cascabel), aves, insectos, etc. Algunos animales están en peligro de extinción por el avance del hombre sobre la selva. Los últimos ejemplares de yaguareté o gato moro subsisten protegidos en los Parques Nacionales.
Selva Tucumano-Oranense
Se extiende sobre las laderas orientales de las sierras Subandinas (Tucumán, Salta y Jujuy). Las especies vegetales cambian según la altura del relieve; este bioma ha sido seriamente modificado por la acción del hombre mediante sus actividades agrícolas y forestales.

Bosque Subtropical
Se desarrolla en la región del Nordeste, sobre las provincias de Corrientes, Chaco y Formosa.
Al Este de la región, en las márgenes de los ríos y arroyos, predomina el bosque en galería. Gran parte del centro y el norte de Corrientes está ocupado por los esteros del Íbera.
La mayor superficie pertenece al bosque chaqueño, caducifolio y xerófilo, fácilmente adaptable a los períodos de sequía. Entre las especies vegetales predominan el quebracho -colorado y blanco- y el algarrobo, de alto valor comercial. Los problemas ambientales están dados por la tala del bosque y las inundaciones sobre las riberas de los ríos Paraná y Paraguay.
Bosque andino patagónico

El aporte de humedad de los vientos provenientes del océano Pacífico favorece el desarrollo del bosque caducifolios (lenga, ñire) y de coníferas (alerces, araucarias). Su densidad disminuye con la altura. La intensa explotación forestal y los constantes incendios provocan un grave deterioro del ambiente andino patagónico.
Hay animales autóctonos, como el huemul, cuyo hábitat se ve seriamente afectado, pues debe competir por el alimento con el ciervo colorado, una especie exótica introducida en región por el hombre.
Otros mamíferos habitan la región: pumas, pudúes, zorro grises, hurones, zorrinos, jabalíes, gatos monteses, etc.


jueves, 25 de agosto de 2011

ESTO PASÓ UN DÍA DE AGOSTO... Aparece la revista Caras y Caretas

Facsímil de su Nº 1
El 19 de agosto de 1898 apareció el primer número de una revista que hizo historia: Caras y Caretas. Nació bajo el signo de liberalismo conservador; conoció la apertura democrática y la experiencia inédita de tres gobiernos radicales. Después, fue testigo del primer golpe militar y pudo comprobar los excesos y la corrupción que imperó en la década infame, antes de apagar las rotativas en 1939.
Había nacido a fines del siglo XIX, aprovechando los avances técnicos de la época introducidos en la impresión por sistemas tipográficos, como el empleo de cromos y fotograbados.
Presentándose como un semanario festivo, literario, artístico y de actualidad, se editó el número 0 con la dirección de Bartolito Mitre, hijo del general Bartolomé Mitre y a quien parece que no le hizo gracia la publicación y al siguiente número, en realidad el de su aparición oficial, salió con la dirección de José S. Alvarez, más conocido como Fray Mocho.
Por sus páginas desfilaron caricaturistas y renombrados escritores que hicieron historia en el periodismo gráfico como por ejemplo Rubén Darío, Roberto J. Payró, Horacio Quiroga, Ricardo Güiraldes, Enrique Banchs, Evaristo Carriego, Ramón Gómez de la Serna, Miguel de Unamuno, Ezequiel Martínez Estrada, Almafuerte, Vizconde de Lascano Tegui, Enrique Méndez Calzada, Leopoldo Lugones. Jorge Luis Borges publicó solamente un poema en sus páginas: "Soneto para un tango en la nochecita"  el 13 de marzo de 1926.
"Caras y Caretas" fue la iniciadora en cuanto al empleo de la fotografía en sentido periodístico.

Su creación
La revista "Caras y Caretas" tuvo su origen en Montevideo en 1890, sobre la base de una idea de Eustaquio Pellicer, un poeta humorístico nacido en Burgos, España. Pellicer había comenzado a escribir a los 15 años, cuando publicó en u pueblo natal un pequeño periódico llamado "Don Javier". Luego lo hizo en "La Broma" y en "El Pabellón Nacional", de Madrid. Cuando emigró a estas tierras, trabajó en "La Pellicelina" y en "Caras y Caretas", ambas publicaciones editadas en la capital uruguaya.
El 20 de junio de 1898, Pellicer se trasladó a Buenos Aires, a raíz de una invitación de su amigo Bartolomé Mitre y Vedia, hijo del ex presidente y fundador del diario "La Nación". Su llegada coincidió con el cierre del periódico "Don Quijote", verdadera escuela de dibujantes. Entonces, Pellicer y su amigo decidieron reflotar "Caras y Caretas" en Buenos Aires. Él sería su director, aunque un acontecimiento de fuerza mayor se lo impidió: la no aceptación de la independencia de Cuba por parte de España produjo que los naturales de ese país no fueran bien vistos en estas tierras. No parecía prudente presentar una revista dirigida por un español, más aún cuando ésta pretendía llegar a un público masivo. Fue así que Pellicer no pudo ocupar la dirección. La misma hubiera recaído en Mitre y Veida, pero un nuevo problema se presentó: el general Mitre no vio con agrado que su apellido estuviera involucrado en una revista destinada a satirizar y ridicularizar a sus adversarios políticos. Por tal motivo, se nombró para esa función a un escritor costumbrista que alcanzaría una bien ganada fama: José S. Alvarez, quien firmaba sus trabajos con varios seudónimos, pero que quedó inmortalizado con uno: Fray Mocho.
"Caras y Caretas" apareció en Buenos Aires el sábado 8 de octubre de 1898. Varios diarios la anunciaron como La Prensa y La Nación.
Sus dibujantes
En la primera época del semanario Manuel Mayol y José María Cao y Luaces fueron dibujantes de un gran magnitud. El primero era de origen español y se especializaba en el dibujo litográfico. Había trabajado en "Don Quijote", donde firmaba con el seudónimo de Heráclito.
En cuanto a Cao, había nacido en Lugo. Llegó a Buenos Aires en 1886 cuando contaba con 23 años. Empezó ganándose el pan haciendo caricaturas relámpago a los transeúntes que poblaban el Paseo Colón. Luego, se vinculó a un taller de grabados y comenzó a colaborar en varias revistas, entre ellas "El Sudamericano", donde la publicación de una intencionada caricatura política le costó 8 días de cárcel. Cao se retiró de "Caras y Caretas" en 1912 por razones desconocidas y junto a muchos de sus compañeros de la revista editaron "Fray Mocho", en homenaje al famoso cuentista.
Si bien a los dos los unía un denominador común, y que era el talento para reflejar la realidad, ya que ellos no eran solo dibujantes, sino "periodistas dibujantes", los trabajos de Cao apuntaban más hacia lo político y resultaban más evolucionado. En cambio, Mayol, no sólo se dedicaba a lo político, sino que le prestaba atención a lo cultural.
Los primeros números
Caras y Caretas se autodefinió como "semanario festivo, literario, artístico y de actualidad". Constaba de 24 páginas y el 25% era ocupado por publicidad. El número 1 aparecía Alvarez como director, Pellicer como redactor y Mayol como dibujante. Salía los sábados y su redacción, dirección y administración se ubicaba en San Martín 284. A partir de 1902 se trasladó a Bolivar 578/586 y luego en 1912 funcionó en Chacabuco 151 hasta su cierre. El precio de tapa comenzó siendo 0,25 centavos, pero a partir del número 13 bajó a 20 y así se mantuvo hasta 1939.
Además de Cao y Mayol, colaboraban otros dibujantes como el uruguayo Aurelio Giménez, los españoles Cándido Villalobos y Francisco Redondo y el italiano Mario Zavataro.  Entre los escritores de estos primeros años se encuentran Banchs, Cané, Del Valle Inclán, Joaquín González, Lugones, Payró y Rodó, entre otros.
El carácter ilustrativo del semanario lo reflejaban las fotografías. Sin embargo, a pesar de la importancia que se le daba a la fotografía, pocos profesionales firmaban sus trabajos o aparecían en su staff. Sólo se mencionaba a su jefe, Salomón Vargas Machuca y al responsable de los reporteros gráficos, Modesto San Juan. Desde noviembre de 1898, la revista vendía copias fotográficas de lo publicado
En 1936, la revista anunció el lanzamiento de su audición por LR 3 Radio Belgrano. Por entonces, esta emisora competía, en el primer puesto, con Radio El Mundo, que había sido fundada en noviembre de 1935. Se emitía todos los lunes a las 13:45 hs, cosiderado como uno de los horarios de mayor rating. Entre otros, participaron la escritora Ethel Kurlat, quien realizaba evocaciones historicas; el doctor Marcos Victoria recitaba versos; Fernado Ochoa interpretaba poemas gauchescos. Asimismo, se interpretaban comedias, entre los que se destacaron Lola Membrives y Alfonso Muñoz y Roberto Firpo como amenizador. El animador era el locutor Carlos Zel y el asesor técnico Tito Martínez Delbox.
Tirada
Alcanzó una duración inusual (dos mil ciento treinta y nueve números entre el 8 de octubre de 1898 y el 17 de octubre de 1939) y además consiguió aumentar considerablemente los 15.000 ejemplares de la primer tirada hasta llegar en 1914 a tirar 110.000 ejemplares.
Cara y Caretas editó su último número en octubre de 1939, quedando así registradas cuatro décadas de historia: historia política, de las costumbres, de la cultura, de la sociedad del país.






miércoles, 24 de agosto de 2011

LA SALUD 1 - Enfermedades Periodontales

Las enfermedades periodontales son un conjunto de enfermedades que afectan a los tejidos ( periodonto ) que rodean y sujetan a los dientes en los maxilares. Son enfermedades de naturaleza inflamatoria y de causa infecciosa ( causadas por bacterias ) que dependiendo de su grado de afectación las denominamos gingivitis, cuando el proceso inflamatorio solamente afecta al peridonto superficial ( la encía ) y no están afectados los tejidos que sujetan el diente. Cuando el proceso inflamatorio afecta a los tejidos periodontales profundos, se produce destrucción del hueso y ligamento que soportan y sujetan los dientes. A este grado de afectación lo denominamos periodontitis. Si la periodontitis no se trata evoluciona destruyendo todo el soporte del diente y con ello el alojamiento y perdida del mismo.
Estos procesos inflamatorios raramente cursan un dolor intenso, por lo que muchos pacientes los padecen sin ser conscientes de ello. Los primeros signos y síntomas que aparecen en las fases más tempranas de la enfermedad ( gingivitis ) son:
- Enrojecimiento e hinchazón de la encía, sangrado de las encías al cepillarse los dientes o de un modo espontáneo.
Cuando las enfermedades periodontales han evolucionado a periodontitis, suelen aparecer otros síntomas tales como:
- Retracción de las encías, sensación de dientes más largos.
- Movilidad de los dientes.
- Separación de los dientes.
- Aumento de la sensibilidad dentaria, sobre todo al frío.
- Sensación de quemazón y dolor de encías.
- Mal aliento.
- Aparición de abscesos y flemones en la encía.
La gingivitis además de producir inflamación de la encía y sangrado, sobre todo al cepillarse, en algunos individuos evoluciona a periodontitis, la periodontitis al destruirse el hueso que soporta los dientes en los maxilares provoca movilidad y separación de los dientes. Con el tiempo los dientes acabarán perdiéndose, bien por la necesidad de extraerlos debido a su inestabilidad o bien por caerse prácticamente solos.
Se trata de enfermedades de causa infecciosa bacteriana. Se debe a unas bacterias que todos tenemos en la boca, alrededor de los dientes, y que si no eliminamos correctamente, ganan acceso al espacio entre el diente y la encía y pueden colonizar este espacio creciendo en número y provocando la reacción inflamatoria y destructiva que define a estas enfermedades.
Las bacterias por si mismas no son capaces de provocar las consecuencias de estas enfermedades, sino que necesitan de un individuo susceptible
(predisposición genética ) y un medio ambiente adecuado ( factores como tabaco y stress son factores de riesgo muy importantes en la colonización de estas bacterias ).
La gingivitis es una de las enfermedades más frecuentes del ser humano, siendo muy frecuente en todas las edades (jóvenes 75% de 20 a 25 años). Una parte de las gingivitis, aún en ausencia de tratamiento, no progresan a la destrucción de los tejidos periodontales de soporte dentario ( periodontitis ).
La periodontitis es muy rara en jóvenes y adolescentes ( aproximadamente 1 caso/10.000 ). Sin embargo su frecuencia aumenta con la edad ( alrededor del 10% a los 30-40 años y del 25-30% entre 50 y 60 años ). Por lo tanto, es una enfermedad relativamente frecuente en adultos y su frecuencia aumenta claramente con la edad.
Algunos pacientes evolucionan rápido y otros lentamente. Los de evolución rápida acostumbran a ser jóvenes y pueden perder sus dientes en 5 años. En otros casos la evolución puede ser más lenta, pero si no se tratan adecuadamente Puede llegar a perder también sus dientes.
Si el paciente está en buen estado de salud, normalmente no se afecta su estado general, por ser una infección localizada exclusivamente en la boca. Sin embargo, puede afectar muy negativamente en casos de pacientes con enfermedades sistémicas crónicas tales como diabetes, enfermedades cardíacas, circulatorias, etc. Igualmente, esta demostrada una clara asociación entre periodontitis y riesgo de infarto de miocardio y riesgo de niños prematuros y de bajo peso en mujeres embarazadas. Estas infecciones también pueden representar un grave riesgo a pacientes inmunodeprimidos (pacientes con defensas bajas, tal como ocurre en pacientes en tratamiento de cáncer, pacientes con SIDA, etc. ).

¿ La periodontitis o piorrea se cura ?
Sí. El objetivo del tratamiento es eliminar la infección que produce la enfermedad. Una vez controlada la infección, el proceso destructivo del hueso se detiene y de este modo se pueden conservar los dientes y los tejidos periodontales sanos.
Dependiendo de la cantidad de hueso de soporte destruído, los dientes una vez tratados tendrán mejor o peor pronóstico desde un punto de vista funcional. Por ello es importante, tratamiento precoz.
En algunas ocasiones, disponemos de técnicas de tratamiento encaminadas no solo al control de la infección, sino también a la regeneración de los tejidos periodontales destruídos.
El ser humano ha prolongado mucho sus años de vida, sino que también ha mejorado la calidad de vida de las personas de mayor edad. Uno de los factores más importantes de esta mejor calidad de vida es el mantenimiento de la dentición en buenas condiciones de salud y función.
Para ello es clave una adecuada prevención y tratamiento de las enfermedades periodontales. Con ello se podrán sobrepasar los 70 años con relativa facilidad, no sólo en cuanto a salud general, sino también al mantenimiento de una buena dentición.
Las enfermedades periodontales son las enfermedades más extendidas del ser humano, incluye la gingivitis que consiste en una infección situada debajo de la encía, generalmente indolora que inflama la encía, hace que sangre fácilmente y si no se trata en algunos individuos progresa a periodontitis.
La periodontitis, antiguamente llamada piorrea, destruye el hueso y el ligamento que soporta los dientes, provocando movilidad y separación de los dientes y si no se trata, pérdida de los mismos.
Las enfermedades periodontales se pueden prevenir o en su defecto tratar con gran éxito, pudiendo así conservar los dientes toda nuestra vida.


martes, 23 de agosto de 2011

LA SALUD II - Fundación Favaloro - Departamento de Neurología

La Unidad de Dolor y Cefaleas del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro es un centro multidisciplinario que atiende en forma integral a los pacientes que presentan dolor crónico. El equipo de profesionales está conformado por especialistas en distintas disciplinas como Medicina (clínicos, neurólogos, neurocirujanos, traumatólogos, anestesiólogos, reumatólogos, etc.), Psicología, Kinesiología y Nutrición.

¿Qué es el dolor crónico?
El dolor es todo aquello que el paciente dice que siente o padece. Es una sensación desagradable en nuestro cuerpo pero sobre todo es, sin duda, un aviso de nuestro organismo que indica la existencia de un problema.
El dolor puede ser crónico o agudo. Tiene su origen en las células nerviosas llamadas receptoras, situadas debajo de la piel y en los órganos. Ante la presencia de un problema, como una herida o una enfermedad, estos receptores se activan y envían señales a nuestro cerebro a través de la médula espinal.

Dolor agudo

El dolor agudo se presenta por un breve lapso de tiempo. Puede ser causado por una inflamación o lesión en un tejido, como una herida, cirugía reciente, etc.

Dolor crónico
El dolor crónico se puede definir como todo dolor que persiste en el tiempo, con o sin una causa identificable que lo justifique. Si bien siempre deben agotarse todos los medios diagnósticos para identificar la causa del dolor, no siempre es imprescindible conocerla para buscar el alivio, aun mientras se prosigue investigando su origen.
El dolor crónico es considerado como una enfermedad y no solo un síntoma. Es por esto que no representa solo la expresión de una molestia sino que compromete al individuo en todas sus condiciones y funciones y, muy especialmente, en su calidad de vida. Este tipo de dolor puede ser tan grave que puede interferir en el trabajo o vida cotidiana. Muchas veces, es acompañado por un cuadro depresivo con irritabilidad que a su vez alimenta el dolor. Se puede presentar también la falta de sueño por insomnio que contribuye al cambio de carácter y afecta la tolerancia a los problemas de cualquier tipo.
¿A qué pacientes brinda atención la Unidad de Dolor y Cefaleas?
Esta Unidad brinda atención a todo paciente con algún tipo de patología dolorosa crónica, en especial con diagnóstico o sospecha de:
    Cefaleas, jaquecas
    Dolor crónico de columna cervical (cuello) y hombros
    Dolor crónico lumbar
    Dolor crónico de miembros inferiores
    Dolores vasculares y circulatorios
    Dolor post quirúrgico ó post traumático alejado
    Dolores sin causa evidente en región genitourinaria
    Enfermedades sistémicas
    Dolores musculares y/o generalizados
    Dolores posturales
    Compresión de nervios periféricos (entrampamiento)
    Fibromialgia
    Neuralgia del trigémino
    Neuralgias cráneo-faciales
    Neuralgias y neuritis de miembros
    Neuritis post herpética
    Dolor en pacientes oncológicos
    Causalgias, atrofia de Zudeck
    Dolor en cicatrices ó zonas amputadas
    Osteoporosis dolorosa de columna ó cadera
    Síndrome de Fatiga Crónica
    Pacientes con enfermedades sistémicas que cursan con cuadros dolorosos

¿Qué tratamientos existen?
Si bien, muchas veces los cuadros que presentan los pacientes con dolor crónico son de difícil solución, existen diversos tipos de tratamientos para aliviar el dolor, como nuevas drogas y procedimientos que amplían las posibilidades terapéuticas.
Estos tratamientos deben ser implementados por equipos de trabajo, que sean multidisciplinarios y donde intervengan ramas de distintas especialidades.
La Unidad de Dolor y Cefaleas cuenta con un área de intervencionismo en dolor que luego de evaluar la problemática de cada caso propone el procedimiento o técnica más apropiada para el alivio efectivo.
Los tratamientos que se llevan a cabo el este centro son:
    Tratamientos farmacológicos convencionales
    Tratamientos de reeducación postural y neuropostural
    Orientación y apoyo psicológico
    Enfoque conductual a través de psicoterapia
    Evaluación de personalidad de pacientes con dolor
    Manejo de desintoxicación de pacientes dependientes de fármacos
    Bloqueos e infiltraciones periféricas y centrales (procedimientos mínimamente invasivos)
    Kinesioterapia
    Osteopatía
    Estimulación Eléctrica Transcutánea
    Procedimientos quirúrgicos en cuadros dolorosos crónicos incoercibles (dependiente de neurocirugía convencional y neurocirugía funcional)
    Acupuntura
    Técnicas de relajación.
El Instituto de Neurocincias de la Fundación Favaloro  está en Solís 461, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y para solicitar turnos se debe llamar a los teléfonos: (011) 4378-1200/1300.


lunes, 22 de agosto de 2011

HISTORIA - El Palacio Miró

En el año 1841, don Mariano Miró, en pública subasta y en la más leal puja, adquirió el valioso solar ubicado entre las calles Viamonte, Córdoba, Libertad y Talcahuano.
En ese mismo lugar, don Mariano, uno de los pioneros del barrio hizo levantar un suntuoso palacete de tipo suburbano, de dos plantas, galería perimetral en el piso bajo y un vistoso mirador. Su construcción estuvo a cargo de los arquitectos genoveses Nicolás y José Canale, padre e hijo y fue inaugurado en 1868.
Miró había contraído enlace con doña Felisa Dorrego, sobrina del ilustre militar federal inmolado en Navarro. El esposo tenía entonces 35 años, mientras que Felisa apenas 16.
Si bien no tuvieron hijos, se perpetuaron con numerosas obras de bien público.
Ese palacio y el parque que lo rodeaba fueron motivo de permanente admiración, en especial por su valiosa arboleda rica en finísimos ejemplares, algunos desconocidos en el país.
Que porteño de ayer no recuerda todavía la belleza del palacio Miró, con su enrejado simple y fuerte, cuyos pilares tenían imponentes jarrones con cactos, el jardín estaba adornado por leones de mampostería y se habían plantado especies exóticas. Una verja sencilla lo rodeaba, con pilares coronados por jarrones en donde se advertían cactáceas; el camino que conducía por el parque hacia la escalinata de mármol, el corredor y los lujosos aposentos, sus salones decorados con valiosas obras de arte, su señorial fachada, la vidriera en forma de cúpula servía de remate al edificio. A ambos lados del portón de acceso, las columnas remataban en bustos romanos.
A la muerte de sus dueños – don Mariano falleció en 1871 y doña Felisa el 4 de diciembre de 1896 – el palacio pasó a manos de su sobrina Ernestina Ortiz Basualdo casada con don Felipe Llavallol, hijo del primer presidente del directorio del F.C.O.

El 21 de agosto de 1881, Felisa Dorrego fue sorprendida por un hecho macabro, que terminó siendo policial. Recibió una extensa y amenazadora carta en la cual le comunicaban que, a fin de cobrar un rescate, los restos mortales de su madre, Inés Idarte Dorrego, habían sido retirados de su bóveda familiar y ubicados en otro lugar. Que sólo lo restituirían bajo una condición, “si ustedes quieren ser condescendientes con nosotros”.
Con más claridad y en el resumen: “usted Doña Felisa Dorrego de Miró y familia nos abonarán en el término de veinticuatro horas la cantidad de dos millones de pesos, que son ochenta mil patacones, si quieren que los restos de su finada madre sean devueltos intactos al santuario mortuorio de la familia, donde han sido sacados, sin que nadie sepa de lo ocurrido, se lo juramos”.
Extensamente y en forma numerada señalaban los paso a seguir. Acompañaban la carta firmada con las iniciales los C. de la N., con un cajón sencillo y de madera ordinaria, pintado de colorado, donde debían colocarse la suma con sello sin dirigirle siquiera la palabra, no hacerle preguntas de ninguna clase, que pudiera darle sospecha de algo, o hacerle maliciar que va a llevar consigo valores.
Tomaron parte en el asunto los sobrinos de Doña Felisa Dorrego, se trasladaron a la Recoleta, constaron la desaparición del ataúd de la bóveda familiar, pero sin mucho investigar advirtieron que habían sido depositados, sin daño en la bóveda vecina de la familia Requejo, a la que se había violentado el candado.
Asegurados al respecto, se decidió seguir con la comedia. Felipe Llavallol y su esposa dieron parte a la policía, atendiendo en todo las instrucciones de los secuestradores. Hábilmente siguieron los rastros del que había retirado el cajoncito en el que se habían colocado papeles de diario en el lugar del dinero. Así llegaron hasta la estación de Retiro, donde el cofre pasó a manos de otro hombre que emprendió viaje rumbo al norte; sin más vueltas detuvieron al hombre, lo interrogaron, confesando que él tenía que tirar el cajoncito a la playa del arroyo Maldonado. Persiguieron a los que allí aguardaban y todo culminó con la detención de los miembros de los C. de la N., una banda que se autollamaba los caballeros de la noche.
El hecho tuvo amplia difusión periodística y originó un pleito que duró dos años después, el defensor Dr. Rafael Calzada logró la libertad para los imputados pues nuestro código penal no contemplaba tal delito. A partir de entonces se incorporó el artículo N° 171, que impone de dos a seis años de prisión al que sustrajese un cadáver para hacerse pagar por su devolución.
A pocos años de este suceso, la familia volvió a ser protagonista de otro hecho contradictorio: el 19 de diciembre de 1887, quedó inaugurada a escasos metros de su residencia, en el centro de la plaza del parque, la estatua del General Juan Galo Lavalle.
La señora Felisa Dorrego de Miró, a partir de ese momento decidió cerrar la puerta principal y sellaron las ventanas de la casa que miraban hacia el monumento. Ello hizo pensar por mucho tiempo, que la residencia estaba inhabitada.

Años después, durante la revolución de 1890, que tuvo a la Plaza del Parque, como principal escenario, el palacio Miró sufrió un gran deterioro, pues, fue cantón revolucionario al mando primero del mayor Fernando Cabrera y luego del mayor Carlos Soler. Del mirador vidriado solo quedó el armazón de hierro. La enorme balaustrada sobre la calle Libertad, quedó destruida. Las balas de los Rémington habían causado destrozos en las ventanas y en las paredes interiores. Las estatuas de las hornacinas ya no estaban en su lugar y una sección de la verja junto a algunos árboles habían sido destruidos.
Esta residencia también fue escenario de uno de los saraos más importantes que se le ofreció a la Infanta Isabel, embajadora del Rey Alfonso XIII, durante los festejos del Centenario y tuvo como escenario al palacio.
La Nación del lunes 30 de Mayo de 1910, nos da una visión anticipada de lo que sería la gran fiesta: “el palacio Miró, que representa una tradición de abolengo, ha sido espléndidamente engalanado; sus salones, adornados con plantas y flores, y las galerías cubiertas de cristales y bien calentadas, han sido habilitadas para la fiesta. Los esposos Llavallol pensaban y tenían resuelto servir una cena en pequeñas mesitas, pero la inclemencia del tiempo los ha obligado a suspender esta parte de la fiesta”.
Dentro del edificio se encontraba en una galería recubierta de hiedra, luego, se llegaba al gran hall alfombrado de granate. Grupos de palmas decoraban los ángulos del mismo.
A las 23:15 hs, llegó el Presidente de la República, doctor Figueroa Alcorta. Momentos después llegaba la Infanta, en un lujoso automóvil.
La expropiación
En el año 1936 la respectiva ley de expropiación le había fijado su última hora con los siguientes términos:
El senado y cámara de diputados de la Nación Argentina en el Congreso etc. sanciona con fuerza de Ley:
Art. 1 – Declárase de utilidad pública los terrenos e inmuebles de propiedad particular, conocido generalmente como Palacio de Miró, situados en la manzana comprendida por las calles Viamonte, Córdoba, Libertad y Talcahuano, y el solar de metros cuadrados 24.643, propiedad de la congregación de la Santa Unión de los Sagrados Corazones, situados en la calle Rivadavia entre Campichuelo y Videla Dorna, frente al parque Rivadavia.
Art. 2 – Autorízase a la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires, para efectuar las expropiaciones correspondientes de acuerdo con la Ley 189, de 13 de Septiembre de 1866.
Art. 3 – Autorízase a la Municipalidad de Buenos Aires, para contratar un empréstito especial con destino al pago de las expropiaciones de referencia.
Art. 4 – Comuníquese al Poder Ejecutivo.
Dada en la sala de sesiones del Congreso A


domingo, 21 de agosto de 2011

TURISMO - Península Valdés

Ubicada en la Costa Noroeste de la provincia de Chubut este Área Natural protegida, designada por la UNESCO Patrimonio Natural de la Humanidad en el año 1999, se constituye en el atractivo más importante de la Costa Patagónica dadas las características biológicas y geográficas que la conforman.
Ballenas Francas, elefantes y lobos marinos, pinguinos de Magallanes, delfines, orcas, numerosas especies de fauna terrestre, aves marinas se trasforman en los protagonistas de la visita en un entorno natural único y elegido por los amantes de la naturaleza.
Como llegar
El recorrido se inicia transitando hacia el norte por la ruta provincial N°1 empalmando con la ruta provincial N°2, ambas asfaltadas. En temporada de ballenas suele transitarse por la vieja ruta a Pirámides (de ripio) para realizar avistaje costero de ballenas en el Área Natural Protegida El Doradillo a la altura de playa Las Canteras, considerada área natural de reproducción y cría.
Al llegar al puesto de control El Desempeño (48 Km. de Puerto Madryn) se debe abonar el ingreso al Área Natural Protegida Península Valdés. Este ticket tiene validez diaria y permite la visita de todas las unidades operativas de la misma (Istmo Ameghino, Isla de los Pájaros, Punta Pirámide, Mirador de Punta Delgada, Caleta Valdés y Punta Norte).
Tras recorrer 26 Km. mas se arriba al Istmo Carlos Ameghino, estrecha franja de tierra que une la Península con el continente, desde la cual se divisan ambos golfos: el Golfo San José a la izquierda y el Golfo Nuevo a la derecha. Allí es posible detenerse e ingresar al Centro de Visitantes para informarse integralmente sobre flora, fauna e historia de la Península y lugares a visitar dentro del área protegida. El centro cuenta con personal capacitado (guardafaunas e informantes turísticos) como así también auditorium y servicios sanitarios.
Isla de los Pájaros
A unos 5 Km. de este lugar, descendiendo por camino de ripio hacia el Golfo San José, se encuentra la Isla de los Pájaros, importante apostadero de aves marinas, que cuenta ademas con un pequeño centro de interpretación y visores, ya que no puede ingresarse a la isla desde el año 1974 por ser considerada zona intangible.
La réplica de la capilla del Fuerte San José,destruida por un malón en 1810, ha que-dado como testimonio del antiguo asentamiento español de 1779.
Puerto Pirámides
Regresando a la ruta provincial N°2 y después de recorrer unos 25 km. se llega al municipio de Puerto Pirámides, único poblado y centro de servicios de la Península Valdés, donde es posible realizar actividades de aventura y avistajes de fauna embarcados (ballenas de junio a diciembre y lobos en temporada de verano). Por camino de ripio, a escasos minutos de esta localidad, se puede visitar Punta Pirámide, donde se encuentra una colonia de reproducción de lobos marinos de un pelo y una cormoranera que pueden observarse de diciembre a marzo.

Desde Puerto Pirámides y hacia Caleta Valdés, Punta Norte o Punta Delgada se deberá transitar por caminos de ripio en un radio de 75 Km. aproximadamente hasta llegar a cada uno de los puntos mencionados.
Punta Delgada
En este extremo Sur de la Península, se encuentra un apostadero de elefantes marinos que puede observarse desde el mirador publico en el horario de 10 a 16 hs.
Caleta Valdés
Importante accidente geográfico constituido por una lengua de tierra de 30 km. de extensión e islas interiores y una gran belleza paisajística. Allí encontramos un importante apostadero de elefantes marinos (Mirounga leonina). Los animales pueden observarse desde miradores escalonados ubicados en el acantilado y sendero de interpretación para llegar a la boca de la caleta. En temporada de reproducción y cría pude observarse eventualmente la presencia de orcas.
Solo a 2 Km. hacia el norte se encuentra una pequeña colonia de pinguinos de Magallanes (septiembre a marzo aproximadamente).

Punta Norte
Importante apostadero reproductivo de lobos marinos de un pelo (Otaria flavescens) y elefantes marinos.
En esta zona es probable el avistaje de orcas de octubre a abril, en coincidencia con la presencia de crías de lobos y elefantes.

 


sábado, 20 de agosto de 2011

SUPLEMENTO LITERARIO - Entrelineasliteral - Agosto de 2011


José Donoso

Nacido en Santiago de Chile el 5 de octubre de 1924, estudió en la Universidad de Chile y posteriormente, merced a una beca, se trasladó a cursar filología inglesa en la Universidad de Princeton, experiencia tras la cual publicó sus dos primeros cuentos en lengua inglesa: The blue woman y The poisoned pastries entre 1950 y 1951. Procedente de una familia acomodada, durante su juventud trabajó no obstante como obrero y oficinista, mucho antes de desarrollar su actividad literaria y docente.
Entre 1967 y 1981 vivió en España, coincidiendo con el momento en que su obra entró a formar parte del llamado boom latinoamericano. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura en Chile en 1990, el Premio de la Crítica en España, y también otros galardones en Italia y Francia, países que figuran en la larga lista de los diecisiete idiomas a los que ha sido traducida su obra. Regresó a Chile, en 1981, y dirigió allí un importante taller literario en torno al que surgió la llamada "nueva narrativa chilena" de finales del siglo.
Donoso fue un caso excepcional entre sus contemporáneos por su apuesta por la renovación experimental. Su vida, por otra parte, estuvo marcada por un cierto espíritu aventurero que le llevó, después de su estancia en tierras norteamericanas, a las más australes de la Patagonia, donde se puso a trabajar de peón en una hacienda, o hasta Buenos Aires, donde cargaba y descargaba en el puerto. Entretanto, colaboraba en publicaciones literarias, en semanarios como Ercilla y en distintos periódicos.
Su obra literaria propiamente dicha se inició con la publicación de China (1954), que apareció en Antología del nuevo cuento chileno. A esto siguieron dos libros de relatos, Veraneo y otros cuentos (1955) y El Charlestón (1960), en una carrera que se caracterizó desde entonces por una incesante producción en la que se alternaron el cuento y la novela. Su narrativa muestra la influencia de la literatura anglosajona (Dickens, Henry James, Faulkner, Dos Passos, Steinbeck, Truman Capote) y de algunos autores europeos como Thomas Mann, Sartre y Camus; tiende a explorar, en espacios confinados, los mecanismos de la violencia y los efectos del miedo y la culpa en la vida familiar.
Su primera muestra en el campo novelístico fue Coronación (1957), en la que hizo un excelente retrato de la decadencia de la clase alta chilena. La obra, obtuvo celebridad a raíz de concedérsele el premio William Faulkner en 1962. A Este domingo (1966), crónica realista sobre el contraste de puntos de vista de dos clases sociales, sucedió una de las novelas más intensas del autor: El lugar sin límites (1967). La acción transcurre en un miserable caserío del centro de Chile, donde brota una reprimida sexualidad con una violencia de la que es víctima un travesti.
Los elementos de experimentación técnica y lingüística presiden las dos novelas siguientes. El obsceno pájaro de la noche (1970) es una auténtica obra maestra en que Donoso enlazó distintas historias de seres ambiguos y monstruosos para abordar su tema obsesivo, la disolución moral de la sociedad.
La segunda, Casa de campo (1978), es una parábola moral y una exploración en el mundo de la adolescencia. El depurado estilo narrativo de Donoso intenta describir aquí un mundo en avanzada descomposición social, cuyos habitantes son náufragos a menudo a merced de su imaginación. El propio autor comentó una vez que él mismo creía haber nacido en una "posición social ambigua", en una época de creciente desvanecimiento de los valores y de la conciencia de clase.
José Donoso murió en su casa de Santiago de Chile en 1996. En su lecho de muerte, según se dice, pidió que le leyeran poemas de Altazor de Vicente Huidobro.


Una señora
Un cuento de José Donoso
No recuerdo con certeza cuándo fue la primera vez que me di cuenta de su existencia. Pero si no me equivoco, fue cierta tarde de invierno en un tranvía que atravesaba un barrio popular.
Cuando me aburro de mi pieza y de mis conversaciones habituales, suelo tomar algún tranvía cuyo recorrido desconozca y pasar así por la ciudad. Esa tarde llevaba un libro por si se me antojara leer, pero no lo abrí. Estaba lloviendo esporádicamente y el tranvía avanzaba casi vacío. Me senté junto a una ventana, limpiando un boquete en el vaho del vidrio para mirar las calles.
No recuerdo el momento exacto en que ella se sentó a mi lado. Pero cuando el tranvía hizo alto en una esquina, me invadió aquella sensación tan corriente y, sin embargo, misteriosa, que cuanto veía, el momento justo y sin importancia como era, lo había vivido antes, o tal vez soñado. La escena me pareció la reproducción exacta de otra que me fuese conocida: delante de mí, un cuello rollizo vertía sus pliegues sobre una camisa deshilachada; tres o cuatro personas dispersas ocupaban los asientos del tranvía; en la esquina había una botica de barrio con su letrero luminoso, y un carabinero bostezó junto al buzón rojo, en la oscuridad que cayó en pocos minutos. Además, vi una rodilla cubierta por un impermeable verde junto a mi rodilla.
Conocía la sensación, y más que turbarme me agradaba. Así, no me molesté en indagar dentro de mi mente dónde y cómo sucediera todo esto antes. Despaché la sensación con una irónica sonrisa interior, limitándome a volver la mirada para ver lo que seguía de esa rodilla cubierta con un impermeable verde.
Era una señora. Una señora que llevaba un paraguas mojado en la mano y un sombrero funcional en la cabeza. Una de esas señoras cincuentonas, de las que hay por miles en esta ciudad: ni hermosa ni fea, ni pobre ni rica. Sus facciones regulares mostraban los restos de una belleza banal. Sus cejas se juntaban más de lo corriente sobre el arco de la nariz, lo que era el rasgo más distintivo de su rostro.
Hago esta descripción a la luz de hechos posteriores, porque fue poco lo que de la señora observé entonces. Sonó el timbre, el tranvía partió haciendo desvanecerse la escena conocida, y volví a mirar la calle por el boquete que limpiara en el vidrio. Los faroles se encendieron. Un chiquillo salió de un despacho con dos zanahorias y un pan en la mano. La hilera de casas bajas se prolongaba a lo largo de la acera: ventana, puerta, ventana, puerta, dos ventanas, mientras los zapateros, gasfíteres y verduleros cerraban sus comercios exiguos.
Iba tan distraído que no noté el momento en que mi compañera de asiento se bajó del tranvía. ¿Cómo había de notarlo si después del instante en que la miré ya no volví a pensar en ella?
No volví a pensar en ella hasta la noche siguiente.
Mi casa está situada en un barrio muy distinto a aquel por donde me llevara el tranvía la tarde anterior. Hay árboles en las aceras y las casas se ocultaban a medias detrás de rejas y matorrales. Era bastante tarde, y yo ya estaba cansado, ya que pasara gran parte de la noche charlando con amigos ante cervezas y tazas de café. Caminaba a mi casa con el cuello del abrigo muy subido. Antes de atravesar una calle divisé una figura que se me antojó familiar, alejándose bajo la oscuridad de las ramas. Me detuve observándola un instante. Sí, era la mujer que iba junto a mí en el tranvía de la tarde anterior. Cuando pasó bajo un farol reconocí inmediatamente su impermeable verde. Hay miles de impermeables verdes en esta ciudad, sin embargo no dudé de que se trataba del suyo, recordándola a pesar de haberla visto sólo unos segundos en que nada de ella me impresionó. Crucé a la otra acera. Esa noche me dormí sin pensar en la figura que se alejaba bajo los árboles por la calle solitaria.
Una mañana de sol, dos días después, vi a la señora en una calle céntrica. El movimiento de las doce estaba en su apogeo. Las mujeres se detenían en las vidrieras para discutir la posible adquisición de un vestido o de una tela. Los hombres salían de sus oficinas con documentos bajo el brazo. La reconocí de nuevo al verla pasar mezclada con todo esto, aunque no iba vestida como en las veces anteriores. Me cruzó una ligera extrañeza de por qué su identidad no se había borrado de mi mente, confundiéndola con el resto de los habitantes de la ciudad.
En adelante comencé a ver a la señora bastante seguido. La encontraba en todas partes y a toda hora. Pero a veces pasaba una semana o más sin que la viera. Me asaltó la idea melodramática de que quizás se ocupara en seguirme. Pero la deseché al constatar que ella, al contrario que yo, no me identificaba en medio de la multitud. A mí, en cambio, me gustaba percibir su identidad entre tanto rostro desconocido. Me sentaba en un parque y ella lo cruzaba llevando un bolsón con verduras. Me detenía a comprar cigarrillos, y estaba ella pagando los suyos. Iba al cine, y allí estaba la señora, dos butacas más allá. No me miraba, pero yo me entretenía observándola. Tenía la boca más bien gruesa. Usaba un anillo grande, bastante vulgar.
Poco a poco la comencé a buscar. El día no me parecía completo sin verla. Leyendo un libro, por ejemplo, me sorprendía haciendo conjeturas acerca de la señora en vez de concentrarme en lo escrito. La colocaba en situaciones imaginarias, en medio de objetos que yo desconocía. Principié a reunir datos acerca de su persona, todos carentes de importancia y significación. Le gustaba el color verde. Fumaba sólo cierta clase de cigarrillos. Ella hacía las compras para las comidas de su casa.
A veces sentía tal necesidad de verla, que abandonaba cuanto me tenía atareado para salir en su busca. Y en algunas ocasiones la encontraba. Otras no, y volvía malhumorado a encerrarme en mi cuarto, no pudiendo pensar en otra cosa durante el resto de la noche.
Una tarde salí a caminar. Antes de volver a casa, cuando oscureció, me senté en el banco de una plaza. Sólo en esta ciudad existen plazas así. Pequeña y nueva, parecía un accidente en ese barrio utilitario, ni próspero ni miserable. Los árboles eran raquíticos, como si se hubieran negado a crecer, ofendidos al ser plantados en terreno tan pobre, en un sector tan opaco y anodino. En una esquina, una fuente de soda oscura aclaraba las figuras de tres muchachos que charlaban en medio del charco de luz. Dentro de una pileta seca, que al parecer nunca se terminó de construir, había ladrillos trizados, cáscaras de fruta, papeles. Las parejas apenas conversaban en los bancos, como si la fealdad de la plaza no propiciara mayor intimidad.
Por uno de los senderos vi avanzar a la señora, del brazo de otra mujer. Hablaban con animación, caminando lentamente. Al pasar frente a mí, oí que la señora decía con tono acongojado:
-¡Imposible!
La otra mujer pasó el brazo en torno a los hombros de la señora para consolarla. Circundando la pileta inconclusa se alejaron por otro sendero.
Inquieto, me puse de pie y eché a andar con la esperanza de encontrarlas, para preguntar a la señora qué había sucedido. Pero desaparecieron por las calles en que unas cuantas personas transitaban en pos de los últimos menesteres del día.
No tuve paz la semana que siguió de este encuentro. Paseaba por la ciudad con la esperanza de que la señora se cruzara en mi camino, pero no la vi. Parecía haberse extinguido, y abandoné todos mis quehaceres, porque ya no poseía la menor facultad de concentración. Necesitaba verla pasar, nada más, para saber si el dolor de aquella tarde en la plaza continuaba. Frecuenté los sitios en que soliera divisarla, pensando detener a algunas personas que se me antojaban sus parientes o amigos para preguntarles por la señora. Pero no hubiera sabido por quién preguntar y los dejaba seguir. No la vi en toda esa semana.
Las semanas siguientes fueron peores. Llegué a pretextar una enfermedad para quedarme en cama y así olvidar esa presencia que llenaba mis ideas. Quizás al cabo de varios días sin salir la encontrara de pronto el primer día y cuando menos lo esperara. Pero no logré resistirme, y salí después de dos días en que la señora habitó mi cuarto en todo momento. Al levantarme, me sentí débil, físicamente mal. Aun así tomé tranvías, fui al cine, recorrí el mercado y asistí a una función de un circo de extramuros. La señora no apareció por parte alguna.
Pero después de algún tiempo la volví a ver. Me había inclinado para atar un cordón de mis zapatos y la vi pasar por la soleada acera de enfrente, llevando una gran sonrisa en la boca y un ramo de aromo en la mano, los primeros de la estación que comenzaba. Quise seguirla, pero se perdió en la confusión de las calles.
Su imagen se desvaneció de mi mente después de perderle el rastro en aquella ocasión. Volví a mis amigos, conocí gente y paseé solo o acompañado por las calles. No es que la olvidara. Su presencia, más bien, parecía haberse fundido con el resto de las personas que habitan la ciudad.
Una mañana, tiempo después, desperté con la certeza de que la señora se estaba muriendo. Era domingo, y después del almuerzo salí a caminar bajo los árboles de mi barrio. En un balcón una anciana tomaba el sol con sus rodillas cubiertas por un chal peludo. Una muchacha, en un prado, pintaba de rojo los muebles del jardín, alistándolos para el verano. Había poca gente, y los objetos y los ruidos se dibujaban con precisión en el aire nítido. Pero en alguna parte de la misma ciudad por la que yo caminaba, la señora iba a morir.
Regresé a casa y me instalé en mi cuarto a esperar.
Desde mi ventana vi cimbrarse en la brisa los alambres del alumbrado. La tarde fue madurando lentamente más allá de los techos, y más allá del cerro, la luz fue gastándose más y más. Los alambres seguían vibrando, respirando. En el jardín alguien regaba el pasto con una manguera. Los pájaros se aprontaban para la noche, colmando de ruido y movimiento las copas de todos los árboles que veía desde mi ventana. Rió un niño en el jardín vecino. Un perro ladró.
Instantáneamente después, cesaron todos los ruidos al mismo tiempo y se abrió un pozo de silencio en la tarde apacible. Los alambres no vibraban ya. En un barrio desconocido, la señora había muerto. Cierta casa entornaría su puerta esa noche, y arderían cirios en una habitación llena de voces quedas y de consuelos. La tarde se deslizó hacia un final imperceptible, apagándose todos mis pensamientos acerca de la señora. Después me debo de haber dormido, porque no recuerdo más de esa tarde.
Al día siguiente vi en el diario que los deudos de doña Ester de Arancibia anunciaban su muerte, dando la hora de los funerales. ¿Podría ser?... Sí. Sin duda era ella.
Asistí al cementerio, siguiendo el cortejo lentamente por las avenidas largas, entre personas silenciosas que conocían los rasgos y la voz de la mujer por quien sentían dolor. Después caminé un rato bajo los árboles oscuros, porque esa tarde asoleada me trajo una tranquilidad especial.
Ahora pienso en la señora sólo muy de tarde en tarde.
A veces me asalta la idea, en una esquina por ejemplo, que la escena presente no es más que reproducción de otra, vivida anteriormente. En esas ocasiones se me ocurre que voy a ver pasar a la señora, cejijunta y de impermeable verde. Pero me da un poco de risa, porque yo mismo vi depositar su ataúd en el nicho, en una pared con centenares de nichos todos iguales.

FIN


Adolfo Bioy Casares

Bioy Casares nace en Buenos Aires el 25 de septiembre de 1914. Escritor precoz, a los once años ya había escrito su primera novela; Iris y Margarita. Obra que era un plagio de "Petit Bob" de Gyp y que había creado en honor a una prima suya de la que estaba, según sus propias palabras, perdidamente enamorado.
A los catorce años escribe Vanidad o Una Aventura terrorífica, cuento fantástico y policial en el que ya se adelanta el que en el futuro sería su estilo literario.
El año 1932 será de gran importancia para este autor; conocerá, en casa de Victoria Ocampo, a Jorge Luis Borges, quien se convertirá en su amigo inseparable y una influencia decisiva.
En 1934 le presentan a Silvina Ocampo, quien junto a Borges, le convencerá para que deje definitivamente sus estudios y se dedique exclusivamente a escribir. Con ella se casará en 1940, el mismo año en que publica La invención de Morel, su obra más conocida y famosa y que se convertirá, con el tiempo, en un clásico de la literatura contemporánea.
Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges formarán durante años un original caso de simbiosis literaria. Juntos forman un dúo creativo que produce obras como Un modelo para la muerte, Libro del Cielo y del Infierno o Las Crónicas de Bustos Domeqc. La mayoría de estas colaboraciones serían firmadas bajo el seudónimo común de H. Bustos Domecq.
En 1954, año en el que publica El sueño de los héroes posiblemente su obra cumbre, nace su única hija Marta.
En 1969 aparece su obra Diario de la guerra del cerdo, llevada al cine posteriormente por Leopoldo Torre Nilsson.
Entre otros premios y galardones, recibe en 1975 el Gran Premio de Honor de la SADE, en 1981 es nombrado Miembro de Legión de Honor de Francia y en 1986 Ciudadano Ilustre de Buenos Aires.
Finalmente recibe el Premio Cervantes el año 1990.
Considerado uno de los mayores escritores argentinos de ficción, Adolfo Bioy Casares es el creador de una amplia obra donde la fantasía y la realidad se superponen con una armonía magistral. La impecable construcción de sus relatos es posiblemente la característica que con más frecuencia ha destacado la crítica respecto a su obra.
Adolfo Bioy Casares fallece el 8 de marzo de 1999 en la ciudad de Buenos Aires.
Entre sus obras:
    Cuentos: Prólogo (1929)
    17 disparos contra lo porvenir (1933)
    La estatua casera (1936)
    Luis Greve, muerto (1937)
    La invención de Morel (1940)
    Plan de evasión (1945)
    La trama celeste (1948)
    Las vísperas de Fausto (1949)
    El sueño de los héroes (1954)
    Historia prodigiosa (1956)
    Guirnalda con amores (1959)
    El lado de la sombra (1962)
    El gran serafín (1967)
    Diario de la guerra del cerdo (1969)
    Dormir al Sol (1973)
    El héroe de las mujeres (1978)
    La aventura de un fotógrafo en La Plata (1985)
    Historia desaforadas (1986)
    Un campeón desparejo (1993)
    En viaje (1996)
    De un mundo a otro (1997)
    Cartas a Silvina
Obras en colaboración:
    Seis problemas para don Isidro Parodi (1942), con J.L.Borges
    Dos Fantasías memorables (1946), con J.L.Borges
    Los que aman, odian (1946), con Silvina Ocampo
    Un modelo para la muerte (1946), con J.L.Borges
    Crónicas de Bustos Domecq (1967), con J.L.Borges
    Nuevos cuentos de Bustos Domecq (1977), con J.L.Borges

Margarita o el poder de la farnacopea
Un cuento de Adolfo Bioy Casares

No recuerdo por qué mi hijo me reprochó en cierta ocasión:
-A vos todo te sale bien.
El muchacho vivía en casa, con su mujer y cuatro niños, el mayor de once años, la menor, Margarita, de dos. Porque las palabras aquellas traslucían resentimiento, quedé preocupado. De vez en cuando conversaba del asunto con mi nuera. Le decía:
-No me negarás que en todo triunfo hay algo repelente.
-El triunfo es el resultado natural de un trabajo bien hecho -contestaba.
-Siempre lleva mezclada alguna vanidad, alguna vulgaridad.
-No el triunfo -me interrumpía- sino el deseo de triunfar. Condenar el triunfo me parece un exceso de romanticismo, conveniente sin duda para los chambones.
A pesar de su inteligencia, mi nuera no lograba convencerme. En busca de culpas examiné retrospectivamente mi vida, que ha transcurrido entre libros de química y en un laboratorio de productos farmacéuticos. Mis triunfos, si los hubo, son quizá auténticos, pero no espectaculares. En lo que podría llamarse mi carrera de honores, he llegado a jefe de laboratorio. Tengo casa propia y un buen pasar. Es verdad que algunas fórmulas mías originaron bálsamos, pomadas y tinturas que exhiben los anaqueles de todas las farmacias de nuestro vasto país y que según afirman por ahí alivian a no pocos enfermos. Yo me he permitido dudar, porque la relación entre el específico y la enfermedad me parece bastante misteriosa. Sin embargo, cuando entreví la fórmula de mi tónico Hierro Plus, tuve la ansiedad y la certeza del triunfo y empecé a botaratear jactanciosamente, a decir que en farmacopea y en medicina, óiganme bien, como lo atestiguan las páginas de "Caras y Caretas", la gente consumía infinidad de tónicos y reconstituyentes, hasta que un día llegaron las vitaminas y barrieron con ellos, como si fueran embelecos. El resultado está a la vista. Se desacreditaron las vitaminas, lo que era inevitable, y en vano recurre el mundo hoy a la farmacia para mitigar su debilidad y su cansancio.
Cuesta creerlo, pero mi nuera se preocupaba por la inapetencia de su hija menor. En efecto, la pobre Margarita, de pelo dorado y ojos azules, lánguida, pálida, juiciosa, parecía una estampa del siglo XIX, la típica niña que según una tradición o superstición está destinada a reunirse muy temprano con los ángeles.
Mi nunca negada habilidad de cocinero de remedios, acuciada por el ansia de ver restablecida a la nieta, funcionó rápidamente e inventé el tónico ya mencionado. Su eficacia es prodigiosa. Cuatro cucharadas diarias bastaron para transformar, en pocas semanas, a Margarita, que ahora reboza de buen color, ha crecido, se ha ensanchado y manifiesta una voracidad satisfactoria, casi diría inquietante. Con determinación y firmeza busca la comida y, si alguien se la niega, arremete con enojo. Hoy por la mañana, a la hora del desayuno, en el comedor de diario, me esperaba un espectáculo que no olvidaré así nomás. En el centro de la mesa estaba sentada la niña, con una medialuna en cada mano. Creí notar en sus mejillas de muñeca rubia una coloración demasiado roja. Estaba embadurnada de dulce y de sangre. Los restos de la familia reposaban unos contra otros con las cabezas juntas, en un rincón del cuarto. Mi hijo, todavía con vida, encontró fuerzas para pronunciar sus últimas palabras.
-Margarita no tiene la culpa.
Las dijo en ese tono de reproche que habitualmente empleaba conmigo.
FIN

El Diccionario
Palabritas raras

- Ajorca: Especie de argolla de oro, plata u otro metal, usada por las mujeres para adornar las muñecas, brazos o gargantas de los pies.
- Ardentía: 1. Ardor. 2. Pirosis. 3. Especie de reverberación fosfórica que suele mostrarse en las olas agitadas y a veces en la mar tranquila.
- Aquicel : 1. Vestidura morisca a modo de capa, comúnmente blanca y de lana.
- Bular: Sellar o marcar con hierro al reo.
- Calandraca: 1. Sopa que se hace a bordo con pedazos de galleta cuando escasean los víveres. En marina. 2. Calandrajo. (Persona ridícula). En América.
- Cancamusa: Dicho o hecho con que se pretende desorientar a alguien para que no advierta el engaño de que va a ser objeto.
- Chuzo:  1. Palo armado con un pincho de hierro, que se usa para defenderse y ofender. 2. Carámbano (pedazo de hielo).
- Colodro: Especie de calzado de madera
- Procrastinar: Diferir, aplazar. 2. Cierto tejido que servía para cubiertas de bancos, mesas u otras cosas.
- Sempiterno: 1. adj. Que durará siempre; que, habiendo tenido principio, no tendrá fin. 2. f. perpetua (planta amarantácea). 3. f. perpetua (flor). 4. f. Tela de lana, basta y muy tupida, que se usaba para vestidos.
- Sinapismo: 1. Cataplasma hecha con polvo de mostaza. En medicina. 2. Persona o cosa que molesta o exaspera. Coloquial.
- Soliloquio: 1. Reflexión en voz alta y a solas. 2. Parlamento que hace de este modo un personaje de obra dramática o de otra semejante.