jueves, 17 de marzo de 2011

Entrelíneasliteral - LITERATURA II - Alfonsina Storni

Carta lírica a otra mujer
Poesía de Alfonsina Storni*

Vuestro nombre no sé, ni vuestro rostro
Conozco yo, y os imagino blanca,
Débil como los brotes iniciales,
Pequeña, dulce... Ya ni sé... Divina.
En vuestros ojos placidez de lago
Que se abandona al sol y dulcemente
Le absorbe su oro mientras todo calla.
Y vuestras manos, finas, como aqueste
Dolor, el mío, que se alarga, alarga,
Y luego se me muere y se concluye
Así, como lo veis; en algún verso.
Ah, ¿sois así? Decidme si en la boca
Tenéis un rumoroso colmenero.
Si las orejas vuestras son a modo
De pétalos de rosas ahuecados...
Decidme si lloráis, humildemente.
Mirando las estrellas tan lejanas.
Y si en las manos tibias se os aduermen
Palomas blancas y canarios de oro.
Porque todo eso y más, vos sois, sin duda:
Vos, que tenéis el hombre que adoraba
Entre las manos dulces, vos la bella
Que habéis matado, sin saberlo acaso,
Toda esperanza en mí... Vos, su criatura.
Porque él es todo vuestro: cuerpo y alma
Estáis gustando del amor secreto
Que guardé silencioso... Dios lo sabe
Por qué, que yo no alcanzo a penetrarlo.
Os lo confieso que una vez estuvo
Tan cerca de mi brazo, que a extenderlo
Acaso mía aquélla dicha vuestra
Me fuera ahora... ¡sí! acaso mía...
Mas ved, estaba el alma tan gastada
Que el brazo mío no alcanzó a extenderse:
La sed divina, contenida entonces,
Me pulió el alma... ¡Y él ha sido vuestro!
¿Comprendéis bien? Ahora, en vuestros brazos
El se adormece y le decís palabras
Pequeñas y menudas que semejan
Pétalos volanderos y muy blancos.
Acaso un niño rubio vendrá luego
A copiar en los ojos inocentes
Los ojos vuestros y los de él
Unidos en un espejo azul y cristalino...
¡Oh, ceñidle la frente! ¡Era tan amplia!
¡Arrancaban tan firmes los cabellos
A grandes ondas, que a tenerla cerca
No hiciera yo otra cosa que ceñirla!
Luego dejad que en vuestras manos vaguen
Los labios suyos; él me dijo un día
Que nada era tan dulce al alma suya
Como besar las femeninas manos...
Y acaso, alguna vez, yo, la que anduve
Vagando por afuera de la vida,
-Como aquellos filósofos mendigos
Que van a las ventanas señoriales
A mirar sin envidia toda fiesta-
Me allegue humildemente a vuestro lado
Y con palabras quedas, susurrantes,
Os pida vuestras manos un momento,
Para besarlas, yo, como él las besa...
Y al recubrirlas, lenta, lentamente,
Vaya pensando: aquí se aposentaron
¿Cuánto tiempo?, sus labios, ¿cuánto tiempo
En las divinas manos que son suyas?
¡Oh, qué amargo deleite, este deleite
De buscar huellas suyas y seguirlas
Sobre las manos vuestras tan sedosas,
Tan finas, con sus venas tan azules!
Oh, que nada podría, ni ser suya,
Ni dominarle el alma, ni tenerlo
Rendido aquí a mis pies, recompensarme
Este horrible deleite de hacer mío
Un inefable, apasionado rastro.
Y allí en vos misma, sí, pues sois barrera,
Barrera ardiente, viva, que al tocarla
Ya me remueve este cansancio amargo,
Este silencio de alma en que me escudo,
Este dolor mortal en que me abismo,
Esta inmovilidad del sentimiento
¡Que sólo salta, bruscamente, cuando
Nada es posible!

*Alfonsina Storni
Alfonsina Storni nace el 29 de mayo de 1892, en Sala Capriasca, un cantón de la Suiza italiana. Cuatro años después llega a la Argentina con su familia, estableciéndose primero en San Juan y más tarde en la ciudad de Rosario. La pequeña Alfonsina ayuda en el negocio familiar, un café llamado " Café suizo".
Apenas entrada en la adolescencia muere su padre, y para ganarse la vida trabaja como cocinera y luego como obrera de una fábrica. Le gustaba el teatro y se recibe de maestra en la Escuela Normal Mixta de Coronda, en Santa Fe.
Los dos años de la escuela terminan con 1911. A esa altura ya escribe, recita, y se conecta con dos revistas literarias: Mundo rosarino y Monos y Monadas. Y llega el amor. Sus biógrafos coinciden: un hombre casado, mayor, periodista que llegaría a diputado. A pesar de los años pasados, su nombre sigue oculto.
De ese amor nace Alejandro, su único hijo, por eso en 1912 Alfonsina se traslada hacia Buenos Aires, En 1915 le pide a Leopoldo Lugones (quien ya era un escritor importante) que lea unos versos suyos: "Esto que me permito pedirle -escribe- tiene una razón. Mi libro se va a publicar en breve. Yo sé que se me tildará de inmoral".
Escribe poemas y artículos periodísticos. Se hace amiga de Horacio Quiroga y de José Ingenieros. Es maestra de teatro y de lectura y declamación. En 1918 sale otro libro, El dulce daño. En 1919, Irremediablemente. En 1920 gana el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura por Languidez. En 1925 sale Ocre y Alfonsina trabaja como impulsora de la Sociedad Argentina de Escritores. En 1926 se editan las prosas poéticas de Poemas de amor. En 1934, la editorial Tor publica Mundo de siete pozos y en 1938, Mascarilla y trébol, el último libro.
 En la madrugada del 25 de octubre de 1938, una mujer sale de la residencia donde se aloja en la ciudad de Mar del Plata y camina hacia el mar. Horas más tarde, dos jóvenes que paseaban por la playa La Perla encuentran un cuerpo flotando, sin vida. Luego se supo que se trataba de Alfonsina Storni, una de las más importantes poetas hispanoamericanas del siglo XX.

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