En el viejo edificio donde funciona el Bar Británico, hace casi 90 años funcionaba la pulpería "La Cosechera". Allí concurrían los ingleses, ex combatientes de la primera guerra mundial. En la calle Brasil y Caseros se hallaba en aquellos años el conventillo de los ingleses, este edificio había sido construido ya que habían venido a esta Buenos Aires de la década del 20 los Ferrocarriles del Sur, que era una compañía del Reino Unido. Debido a los concurrentes que eran casi todos provenientes del Reino Unido, es que se le cambió el nombre a la pulpería por el de "Bar Británico", que funciona allí desde hace 40 años. En este sitio tan popular del barrio de San Telmo y frente al Parque Lezama concurren los grandes personajes de las artes, poetas, periodistas, escritores, pintores y músicos.
El Bar Británico, fue atendido hasta hace muy poco por José Trillo, Pepe Miñones y Manolo Pose, los tres gallegos que desde hace 45 años compraron el fondo de comercio del lugar y lo bautizaron en homenaje a los ex combatientes ingleses que se solían dar cita allí después de la Segunda Guerra Mundial. Uno de los incontables mitos del lugar dice que el nombre fue una solución salomónica para acallar disidencias internas: uno de sus dueños era republicano y otro franquista confeso y, al menos en sus años mozos, debían alternar turnos para no verse las caras.
Bajo esa asombrosa cruza internacional, el Británico se venía sosteniendo desde entonces en un desgastado presente inmemorial (y sin una mano de pintura de más) en la magnética esquina de Defensa y Brasil. Incluso logró sobrevivir con gloria la guerra de Malvinas, borrando tres letras de su nombre para camuflarse bajo un menos inflamable y más misterioso Bar Tánico.
Su sino parecía casi irrebatible hasta que el malo de la película, Juan Pablo Benvenuto, dueño del bar, se presentó argumentando “necesidad de mejoras” y se negó a renovar el contrato. Cuando intentó recuperar la posesión del local, se encontró con un enjambre de vecinos, que en una suerte de gesta popular novelada le revolearon las llaves de sus casas por las narices prefiriendo entregar el propio living antes que renunciar al querido bar.
Y la displicencia confianzuda de sus gallegos (que no dudaron en correr con flit la bandera de apoyo del Partido Obrero), sus tardes de único café, sus trasnochadas eternas, sus domingos de diarios, y la publicidad extrema de su teléfono público forman parte de los usos y costumbres de la zona.
El entorno especial que posee, frente al Parque Lezama, en los límites entre San Telmo y Barracas, agrega un valor adicional a sus características, que lo hicieron tan querido por el barrio. Especial fue también por la atención de sus ex inquilinos, los gallegos, por permanecer abierto las 24 horas, por constituirse en refugio de personalidades de la cultura y conservar su interior con la impronta de los años 30.
Su entorno inspiró a Ernesto Sábato para ambientar páginas de su novela Sobre héroes y tumbas y su continua vigilia lo hicieron refugio obligado de noctámbulos y "tacheros".
El Británico fue declarado Bar Notable por la Comisión respectiva, dependiente del Ministerio de Cultura. Ministerio que también se movilizó por su continuidad y hoy es un testimonio viviente de la historia de Buenos Aires, de sus ciudadanos y sus costumbres. Un remanso de artistas, bohemios y amigos. Es uno de los pocos lugares que permiten pasar al baño a los que no son clientes. Es un lugar histórico que atiende las 24 horas, con sillas, mesas y ventanales de otra época. Sus precios son accesibles. Conserva tradición, calidez y mantiene la magia de lo antiguo. Muchos de sus visitantes pasan horas jugando al ajedrez, otros charlan mientras toman algún trago. Nadie los apura. Se acercan poetas, escritores, cineastas, periodistas, músicos, artesanos, vendedores, parejas y todo tipo de parroquianos. Es un espacio que sus visitantes lo sienten como propio, porque alberga a todos.
Lamentablemente las transformaciones urbanas de los últimos años están terminando con lugares emblemáticos de San Telmo. El tradicional mercado de Defensa y Carlos Calvo, prácticamente pasó a ser una manzana de anticuarios. La peluquería La Moderna, que funcionó en Defensa 1148, atendida por los hermanos Labore entre 1952 y 2004, se convirtió en un lugar de venta de cueros. El dueño del edificio de Defensa 1464, donde hay galerías subterráneas del siglo XIX donde habrían vivido descendientes de esclavos, quiere desalojar a la Escuela Integral de Arte coordinada por afro-descendientes. Las áreas responsables de defender el patrimonio, han demostrado poco interés en salvar al histórico subsuelo. El crecimiento del turismo también implica la aparición de muchos lugares como bares y restaurantes, con precios dolarizados.
Estimados
ResponderEliminarUn cortometraje acerca del viejo bar britanico
Cierre mítico del bar britanico
http://vimeo.com/22941719
Yo viví en defensa 1464
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