martes, 21 de junio de 2011

ESTO PASÓ UN DÍA DE JUNIO... - El hombre de la vaca




Omar Viñole se caracterizó por dos
cosas: escribir libros que nadie
entendió y pasearse por los centros
urbanos conversando con una vaca.






Un 5 de junio Omar Viñole y su vaca van a parar a la comisaría en medio de un ruidoso escándalo.
¿Quién era Omar Viñole? Sus contemporáneos lo definieron como loco, genio, santo y revolucionario, pero fue sin duda un personaje extraordinario de la Argentina, en la década del 30.
Viñole nació en Bragado, provincia de Buenos Aires en 1904 y estudió literatura, filosofía, escultura, ciencias, historia y pintura. También se graduó como médico veterinario y esa fue la profesión que ejerció durante un tiempo en la ciudad de Córdoba.
En 1934 viajó a Buenos Aires dispuesto a conmover a la ciudad, afirmando su vocación de "empresario de escándalos". Sus extrañas actividades y declaraciones fueron seguidas paso a paso por el diario Crítica y comenzó a publicar artículos en "Noticias Gráficas".

El blanco de los ataques de Viñole fueron los conservadores, el fascismo nativo, el régimen comunista, pero por sobre todo la hipocresía y la corrupción.
Los escenarios de sus performances fueron desde la calle Florida o el Congreso Nacional hasta un ring de catch en el Luna Park. Publicó más de 40 libros, entre los que se cuentan "Lo que piensa la vaca de Buenos Aires", "El hombre que se depiló la ingle" y "Veronal, o la vaca que tomaba cocaína"  "Mi disconformismo filosófico", "Cien cabezas que se usan", "Cabalgando en un silbido".
Casi todos sus libros están saturados de abstracciones y párrafos absurdos, a veces imposibles de entender.
Viñole se consideraba a sí mismo un escandalizador inteligente, y no estaba tan errado. Era rebuscado, engreído y en ocasiones sumamente tedioso.
También era un puritano que orillaba el exabrupto. Sobre la gente que va a la playa, Viñole escribió: "estos seres tocados de pensamientos sucios, se amontonan hormigueando y husmeando todo género de estupros psicológicos. Hay que castigarlos, porque se reúnen como en la antigüedad romana, en la isla de los orgasmos."
Otras veces, en cambio, era un autor tan inentendible y soporífero que invitaba no solo a cerrar sus libros, sino también a estamparlos contra la pared. Si este era un efecto deseado por el autor, sólo él lo sabe. Así derrapaba Viñole, aburriendo a sus ocasionales lectores con revoltijos como este: "Reimprimo mi desacuerdo con la historiografía y la historiología de los pueblos, por estar todas ellas sumergidas en la ceguera y el error fundamental y al margen del génesis ideal de la vida de la naturaleza, que es el único bien perfectizable, dentro del trascendentalismo vivible o cognoscible." Y la perorata podría seguir y seguir, porque Viñole construyó una profusa bibliografía, tan simpática como poco útil, en base a la técnica de hablar sin decir absolutamente nada. Como fuera, algunos lo escucharon: su libro "Apóstoles, canallas y vividores de la vida pública argentina" fue prologado por el gran Soiza Reilly, un orgullo que muchos habrían deseado.
Para promover sus campañas echó mano a los recursos más extraños, con un increíble sentido de la publicidad.
Ofreció conferencias en las que se presentaba semidesnudo y empapeló de carteles la ciudad.
Pero no se trataba de simples actitudes exibicionistas, porque en sus declaraciones había agudas críticas a una sociedad conformista y venal. En muchas de sus presentaciones apareció acompañado de una vaca con la que dialogaba y manifestaba sus ideas. Por eso, silenciado por la cultura oficial, fue conocido como "el hombre de la vaca".
Viñole con amigos (circa 1936)

En 1935 cuando la policía lo detuvo junto a su vaca, realizaba una protesta contra el diario "La Prensa". Posteriormente después del golpe de 1943, apoyó la candidatura de Perón.
Viñole fue autor de 43 libros, donde a través de la sátira atacaba a la oligarquía y la soberbia de la clase gobernante.
Su escepticismo encontraría hoy a muchos partidarios, que seguramente apoyarían algunas de sus afirmaciones, como: "Todos los hombres honrados que yo conozco, lo eran porque estaban de viaje", o "En nombre de la cultura civica estamos acostumbrados a llevar al Parlamento a los ciudadanos más brutos".
Viñole murió en 1967, sin terminar su proyecto de editar un diario que se llamaría "El país".A Viñole todo le salió mal, incluso después de muerto; nadie se acuerda de él, y sus libros no volvieron a encontrarse en ningún lado, en particular porque nadie los buscó.

4 comentarios:

  1. Yo admiro a Omar Viñole, no tanto por su pensamiento como por su osadía.

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  2. Este texto está copiado de otro sitio, o el otro copió a éste... iguales palabras...

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  3. Este texto está copiado de otro sitio, o el otro copió a éste... iguales palabras...

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