A pesar de la lluvia yo he salido
a tomar un café. Estoy sentado
bajo el toldo tirante y empapado
de este viejo Tortoni conocido
Baldomero Fernández Moreno
Se sabe que el Café fue inaugurado en 1858, pero existen dos versiones respecto al porqué de su nombre: una de ellas dice que un inmigrante francés de apellido Touan lo había establecido en la esquina de Rivadavia y Esmeralda, nombrándolo Tortoni dado que así se llamaba un establecimiento del Boulevard des Italiens donde se reunía la elite de la cultura parisina del siglo XIX. Es llamativo que el escritor francés Stendhal (Henri M.Beyle) en su novela Rojo y Negro, de 1830, menciona la existencia de un café Tortoni en París.
La otra versión, afirma que fue un tal Oreste Tortoni quien habría establecido el café sobre la calle Defensa al 200. Uno de los últimos dueños del Tortoni, el señor Fanego, está a favor de la primera versión y afirma que la segunda nació de un error de un articulista de un folleto publicitario de uno de los proveedores, que inventó al tal Oreste Tortoni. Sin embargo Enrique Puccia, historiador de Buenos Aires, descubrió que efectivamente existió una guía de la ciudad donde aparece el Café Tortoni en Defensa al 200. No obstante, el Gran Mapa Mercantil de la Ciudad de Buenos Aires, editado en 1870, por Rodolfo Kratzenstein lo ubica en Rivadavia y Esmeralda con Monsieur Touan como propietario.
Lo cierto es que en 1880 fue trasladado a su lugar actual: la planta baja de la residencia de Saturnino Unzué en la calle Rivadavia. Era una casa de estilo italianizante, con planta baja y la vivienda en el piso superior, y su fachada se conserva en la actualidad, muy deteriorada. El fondo de la construcción era lindero con el Templo Escocés de Buenos Aires, que estaba sobre la calle Piedras y había sido construido hacia 1830.
En 1882 el Intendente de Buenos Aires, Torcuato de Alvear, concibió el proyecto de construcción de un gran boulevard al estilo de los creados por el Barón Haussmann en París. La futura vía recibió el nombre de Avenida de Mayo en 1885, y su apertura comenzó en 1888, avanzando entre las calles Rivadavia y Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen) y demoliendo las antiguas construcciones que se encontraban en su camino, entre ellas el Templo Escocés.
La casa de la familia Unzué fue afectada por la creación de la Avenida, y perdió el fondo de su terreno, aunque en vez de demolerla completamente, se la conservó y se le construyó una nueva y más lujosa fachada con salida hacia la nueva vía. La nueva parte de la residencia fue proyectada por el arquitecto noruego Alejandro Christophersen en estilo academicista francés, se terminó en 1898 y cuenta con planta baja y dos pisos. La vieja entrada del café por la calle Rivadavia siguió existiendo como puerta trasera de acceso al sector de billar, y en la actualidad se encuentra cerrada de forma permanente.
A finales del siglo XIX el café es comprado por otro francés, Celestino Curutchet, que habitaba en los altos del café.
La peña del Tortoni
En el café funcionó La Peña, inaugurada en 1926, que fomentó la protección de las artes y las letras hasta su desaparición, en 1943, y que era capitaneada por Benito Quinquela Martín.
Fue una idea que Quinquela Martín adquirió en un viaje por Francia y decidió poner en práctica en su país dado que cuando regresaba al mismo lo esperaban amigos, colegas que disfrutaban de la buena conversación y no disponían de un espacio adecuado para reunirse. Esta peña había nacido en el café La Cosechera (calle Perú y Avenida de Mayo), trasladándose luego a las mesas del Tortoni. Como con el tiempo el lugar quedó chico, Curutchet ofreció la bodega de vinos para que se pudieran reunir con más comodidad, trasladando la vinería a otro lugar. Así la sede de la peña, a la que autodenominaban Agrupación Gente de Artes y Letras, se inauguró el 24 de mayo de 1926, y realizó tareas de difusión cultural mediante conciertos, recitales, conferencias, debates, etc.
Entre los asistentes se encontraban Alfonsina Storni, Baldomero Fernández Moreno, Juana de Ibarbourou, Arthur Rubinstein, Conrado Nalé Roxlo, Ricardo Viñes, Roberto Arlt, José Ortega y Gasset, Jorge Luis Borges, y Molina Campos entre otros. Las mesas vieron pasar figuras de la política como Lisandro de la Torre, Ernesto Palacio y Marcelo Torcuato de Alvear; figuras populares como Carlos Gardel (quien cantó una vez un tango en homenaje al autor italiano Luigi Pirandello, que acababa de dar una conferencia en La Bodega) y Juan Manuel Fangio; prestigiosas figuras internacionales como Albert Einstein y Federico García Lorca; y jefes de Estado como Juan Carlos de Borbón.
Cuando la agrupación cerró en 1943, se aprovechó lo recaudado por la venta de los muebles (entre ellos un piano Steinway en el que tocaron Arthur Rubinstein, Alejandro Brailowsky, Lía Cimaglia Espinosa y Héctor Panizza) para obtener el granito con el cual Luis Perlotti creó el monumento a Alfonsina Storni en Mar del Plata, comprar amoblamiento para el recreo en el Tigre donde muriera Leopoldo Lugones y erigir un monumento a la memoria de Fernando Fader, en Mendoza.
Entre 1962 y 1974, un grupo de escritores, la mayoría jóvenes, se reunió en el café –viernes a viernes- en torno a figuras algo mayores como los escritores Abelardo Castillo y Humberto Constantini. Los integrantes más constantes de esa peña fueron los narradores Liliana Heker, Isidoro Blaisten, Ricardo Piglia, Arnaldo Liberman, Miguel Briante, Vicente Battista, Jorge Di Paola y Ramón Plaza. Y además poetas como Horacio Salas.
En esas reuniones en el Tortoni se concretaron tres revistas emblemáticas -El grillo de papel, El escarabajo de oro y El ornitorrinco- que fueron decisivas en la dinámica literaria e intelectual argentina de aquellos años.
Los encuentros se realizaban en la parte de atrás del Tortoni, en la actual sala Eladia Blázquez.
La mesa de Carlos Gardel
Carlos Gardel, además de cantar dos veces en el café, fue durante un tiempo habitué del lugar.
Solía ocupar –según testimonio de Enrique Cadícamo- la mesa del costado derecho, entrando por Rivadavia, junto a la ventana, donde podía reunirse con amigos sin ser abordado por sus admiradores.
Actualidad
Actualmente el propietario del café es el Touring Club Argentino y la sala La Bodega, en el subsuelo, es escenario de diferentes artistas de tango y jazz. También se realizan presentaciones de libros y concursos de poesía. El café conserva la decoración de sus primeros años, la salida por la calle Rivadavia, tiene una biblioteca y al fondo mesas de billar y salones para jugar al dominó y a los dados.
El programa de radio "La venganza será terrible" de Alejandro Dolina se transmitía desde la bodega del Café Tortoni con presencia de público en vivo. Luego de la tragedia ocurrida en República Cromañón en diciembre de 2004 se decidió trasladar las transmisiones a un ambiente más amplio y seguro: el Hotel Bauen.
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